Dos semanas habían pasado desde la Elección, catorce días en los cuales los preparativos para la boda seguían su curso a pesar de la constante negativa de parte del ojigris.
Era común los matrimonios arreglados en su círculo social, ya sea por tradición o por mero hecho de aumentar el poder de una familia acaudalada.
Los humanos eran avariciosos y traicioneros, pero nada se comparaba con la sed insaciable de poder en los vampiros.
Haciendo hasta lo imposible para mantener la fachada de perfección cuando la perfidia era algo de todos los días, matando cuando un secreto era revelado, torturando para descubrir otros.
Eran como animales carroñeros peleando por las sobras.
En pleno siglo XVIII nada había cambiado, todo seguía igual como si vivieran en el siglo XV.
Deseaba desde lo más profundo de su ser que todo ese teatro acabara y ser libre de cada una se las ataduras generadas por su apellido.
Una en especial lo tenía desquiciado hasta el punto de desear tirar todo a la mierda y huir con lo que él más amaba.
Aunque a la larga supiera que fuera inútil.
- Mi señor hemos llegado - la voz del cochero lo trajo de vuelta de sus profundos pensamientos por lo que desvío su mirada a la ventana del carruaje para observar la gran mansión de los Bourgeois.
Era una de las Tres Grandes Familias de vampiros encabezada por los Agreste, seguidos de los Tsuguri y finalmente los Bourgeois.
La mansión estaba rodeada de un gigantesco jardín perfectamente cuidado, con rosas de distintos colores y árboles estratégicamente ubicados, al frente de la entrada había una enorme fuente hecha de mármol blanco pulido con una hermosa escultura de una mujer portando una corona dorada y el agua salía de las caderas como si fuera la pomposa falda del vestido.
- Es un honor tenerlo en nuestra humilde morada Joven Félix - André Bourgeois, se encontraba en la puerta esperando la llegada del heredero de los Agreste en compañía de su hermosa hija, una chica de cabellos rubios y ojos azules, tés pálida y labios rojos, usaba un vestido de tonos amarillos con detalles delicados en color negro.
- Señor André, el honor es mío - saludó el joven Agreste con una pulcra y elegante reverencia - Señorita Bourgeois -
- Félix Agreste es un gusto volver a tenerlo entre nosotros - la rubia extendió su mano con delicadeza esperando que el ojigris imitará su acción, este aceptando su saludo tomo su palma suavemente para hacer una reverencia acercándola a su frente dando a relucir sus excelentes modales.
- El gusto es mío - la rubia sonrió con malicia tapando su boca con el abanico al ver lo que el ojigris se esforzaba por ocultar.
- Entremos - la gruesa voz del Bourgeois llamo la atención de ambos jóvenes, haciendo un ademán para ser seguido - ¿Su padre nos dará el privilegio de su presencia el día de hoy? - preguntó el hombre mientras se adentraba al interior de la mansión seguido por su hija y el Agreste.
- Lamentablemente mi padre no estará disponible por asuntos urgentes que precisan su completa atención - la rubia caminaba detrás de ellos, sin despegar la mirada de la ancha espalda del ojigris hasta que llegaron a unas enormes puertas dobles con manijas doradas.
Un par de sirvientes abrieron las puertas dejando ver el maravilloso salón de fiestas elegantemente decorado, había un enorme candelabro de oro e incrustaciones de diamantes en todo el medio recinto, varias mesas con manteles de color vino llenos de comida que seguro quedaría desperdiciada, así como también una enorme tarima con pisos de roble oscuro adornada con esculturas de mármol y unas cortinas rojas tal cual como la sangre.
Con un pequeño suspiro el rubio paso primero observando cada uno de los rostros de los presentes, fijando su mirada en una hermosa joven de cabello azabache adornado elegantemente y ojos dorados.
Cada uno de los invitados al darse cuenta de la presencia del ojigris, comenzaron a hincar su rodilla y bajar la cabeza en una reverencia digna para el heredero más importante de Las Tres Familias.
- Será un honor que sea usted quién inicie la reunión, Mi Señor - Los Bourgeois nuevamente mostraron su respeto ante la sangre del rubio, siguiendo las antiguas tradiciones este debía de iniciar la reunión en lugar de su padre.
Félix manteniendo su expresión apacible se abría paso hacia la tarima, todos estaba en completo silencio mientras esperaban con ansias las palabras de quién sería su nuevo líder.
- Sean todos bienvenidos a La Luna Roja, está noche; siguiendo los pasos de mi ancestro Lucius Agreste nos deleitaremos con la exquisita sangre de los Aria, criaturas creadas solo con el propósito de alimentar nuestro linaje - como si estuviese ensayado, las nubes que se observaban a través de las ventanas se movieron lentamente hasta dejar a la vista al gran astro nocturno, en su totalidad con aquel tono carmín - No cualquier ganado adquiere tal honor, solo los perfectos merecen ser consumidos por Los Puros, somos los elegidos para transformar este mundo en una intachable utopía libre de inútiles mortales.
El chasquido producido por los finos dedos del Agreste dio la orden a cada uno de los sirvientes para servir las copas con la sangre de aquellos humanos sacrificados.
Una vez las copas se encontraba repartidas entre los invitados y los sirvientes retirados, una hermosa joven de piel blanca de cabellera azabache apareció detrás del joven heredero.
Su cuerpo estaba cubierto por un gran vestido rojo escarlata de mangas largas, ceñido a su torso por un corset que hacían resaltar de forma apetitosa aquel pálido cuello al igual que su pecho.
Y su rostro, oculto bajo un velo negro, que solo le permitía al Agreste visualizar sus centelleantes zafiros.
- Mi Señor - la azabache, se arrodilló lentamente mientras alzaba la bandeja de cristal con una copa llena de sangre Ariana.
Desde aquella posición la ojiazul parecía una rosa roja, tan hermosa y delicada, tan sensual y peligrosa; sin más preámbulos el rubio tomo la copa de cristal para después levantarla.
- Beban y obtengan el poder para crear la utopía.
- ¡Para crear la utopía! - todos los invitados alzaron las copas en un brindis, cuando el rubio llevo aquel cáliz a sus labios y bebió de su contenido, los demás vampiros siguieron su ejemplo.
"Que asquerosidad", pensó el rubio una vez consumió todo el contenido, su sabor era fuerte, amargo y pesado, hasta podía asegurar que no estaba fresca.
No pudo evitar llevar sus ojos a la azabache que aún se encontraba a su lado, esperando a que este le diera alguna otra orden, viéndolo sin parpadear a través de sus tupidas pestañas con un brillo único e inexplicable en sus zafiros.
Como si ella supiera lo que deseaba.
Como si ella estuviera dispuesta a darle hasta la última gota.
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HOLA HOLA HOLA CASEROLA...
¿Como están?... ¿Bien?... Excelente...
¡Eh aquí!, El nuevo capítulo de esta historia de vampiritos, jajajaja, okay no.
Me quiero disculpar con todos por la tardanza (que ya es típico 😣😅) eh tenido muy poco tiempo para escribir además de inspiración y ánimos, ha sido un inicio de año estresante y les aseguro que hago lo que puedo para escribir apenas el universo se pone de mi lado para tener la serenidad... Jajjaja.
De todos modos espero sinceramente que les guste el capitulo de hoy, es corto pero bueno.
Pronto sabrán de mi, tengo pensado en hacer un One shorts sobre Félix y Bridgette algo loco, o se podría decir que es cómico, pero ya lo sabrán cuando lo publique.
Así que sin más que decir
Matana Minan-sama (hasta luego a todos)
Se les quiere se le ama
💮😘
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Frío [MLB-PV Feligette]
Fanfiction-No me importa si mueres - declaró sin titubear ante aquellos ojos azules que se mantenían apacibles ante sus hirientes palabras. Su piel pálida a la vista y helada al tacto, al igual que su cabellera rubia impecablemente arreglada solo resaltaban e...