Un Silencioso Protector

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El día no tardó en llegar y un adormilado Joven de rubia cabellera abría sus ojos al percibir la brillante luz del sol.

Si era sincero consigo mismo no deseaba abandonar el lecho, quería continuar en aquella posición en donde su brazo derecho rodeaba el cuerpo de su amada y su mano descansaba encima del abultado vientre.

Como amaba esos momentos, llenaban su corazón de una tranquilidad única al igual de una dicha sin igual, escuchar el latir del corazón de su hijo provocaba una amplia sonrisa en su rostro, todo estaba bien si se encontraba junto a ellos.

Aspiró profundamente el suave el aroma de la azabache antes de sentir sus colmillos pinchar sus labios, esto lo alarmó, últimamente su hambre por la sangre aumentaba a unos niveles extraordinarios al estar junto a Marinette.

- Mi-Mierda - de repente se sintió sofocado, el aire que tomaba no parecía llenar sus pulmones por lo que respiraba cada vez más rápido, el sudor comenzaba a hacerse presente en su cuerpo al tratar de contener aquellas ancias de perforar el delicioso cuello de su amada, ese mismo que lamía y succionaba con pasión al momento de entregarse mutuamente - ¡Jo-Joder!.

Cerró con fuerza los ojos para llamar su autocontrol, lo menos que deseaba era beber de la azabache estando esperando un bebé, conocía el riesgo de dar a luz por lo que ella necesita de todas sus fuerzas para cuándo llegará el momento.

La azabache, aún dormida se movió un poco para quedar boca arriba, el ojiverde no pudo despegar la mirada del cuello expuesto.

- "Solo un poco" - pensó, cediendo ante la irresistible tentación que tenía al frente, era como si su amada le estuviera dando permiso de alimentarse de su delicado ser, trago con dificultad mientras recordaba el sabor de su sangre y lo cálido que era al pasar por su garganta cayendo lentamente en ese profundo abismo conocido como Sed - "Solo será una mordida" -

- Adrien - el dulce murmullo adormilado de la azabache provocó que se detuviera antes de poder clavar sus largos colmillos.

Este se fue alejando a paso de tortuga, hasta que cayó en cuenta que se encontraba parcialmente encima de la azabache y por lo tanto muy cerca de aplastar a su hijo.

- ¡¡No!! - el grito desesperado del rubio despertó a la azabache, está vio como su amado saltaba por la ventana buscando alejarse lo más que podía de ellos. Adrien a lo lejos pudo oír como su amada lo llamaba angustiada, pero no podía volver.

¿¡Como pudo permitirse algo así!?, Un poco más y hubiera bebido de ella sin tregua, sin importar en lo absoluto la vida de ambos por culpa de aquella insoportable sed.

Si mal no recordaba se había alimentado de sangre antes de regresar de su último trabajo.

Se movía con rapidez por el bosque, saltando como un animal por las ramas con una habilidad hasta hallar a un tierno siervo, el cual no dudó en atacar.

No le dio tiempo si quiera de correr cuando ya el rubio se encontraba encima del animal succionando su sangre, clavándo sus garras en el cuerpo para evitar que escapará mientras su mandíbula se cerraba en la yugular con una fuerza digna de una bestia, rompiendo su cuello como si fuera una hoja de papel.

Había pasado por lo menos tres horas desde que el rubio salió por la ventana, la ojiazul trataba en todo lo posible de mantener la calma pero se le dificultaba la tarea al no saber cómo se encontraba su amado.

- Espero que esté a salvo - dijo en voz alta, tan absorta en sus pensamientos estaba que no sintió la presencia de su querida suegra a sus espaldas, con un brillo conocedor en sus ojos.

Entendía a la perfección la preocupación de ambos.

Haciendo latir su corazón dividido entre la melancolía y la felicidad, no era sencillo hablar de ese tema y menos con su hijo cerca.

Frío [MLB-PV Feligette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora