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Yoongi llegó al hospital, con su pareja en brazos y todo sudoroso, sus piernas dolían, estaba seguro de que ya tenía ampollas sangrantes, pero nada importaba en ese momento, solo su pequeño y lindo omega, dos kilómetros atrás cuando su pareja se sentía peor y lloraba sin parar en sus brazos, el taxi no pudo avanzar, las vías estaban bloqueadas por grandes árboles que cayeron por los fuertes vientos que intentaban destruir todo a su paso.


Enojado por aquello, no entendía que pasaba con ese clima extraño, más lo único que sabía era que su pareja estaba sufriendo,  cubrió más a su omega como si fuese un bebé,  después de todo era su bebé,  salió del taxi como todo un alfa valiente que debe sacrificarse por su pareja,  con sus fuertes brazos sujetó bien a  quien confiaba ciegamente en él y comenzó a correr, dejando a al taxista con la boca abierta, pues no se esperaba esa reacción de parte del alfa pálido, sin más, le tocó que devolverse, pero desde lo más profundo de su corazón deseaba que a esa pareja les fuera bien y llegaran bien al hospital.


Al llegar, sentía que moriría, su omega gritaba fuertemente, llamando la atención de varios médicos que estaban en las puertas del centro médico, al parecer algunos estaban allí viendo la tempestad que se desarrollaba a las afueras del lugar y otros tantos habían terminado su turno, pero no se animaban a salir con tales vientos y semejante aguacero. El personal médico quedó con la boca abierta, al ver a ese imponente alfa que llegó con su pareja en brazos, el alfa tenía rasguños, estaba totalmente empapado y de sus tenis salía sangre, pero el omega estaba cubierto por las sabanas que también estaban mojadas, pero no tenían ni un solo rasguño, ese alfa había luchado resguardar a su omega, no necesitaron  decir nada, cuando todos comenzaron a auxiliarles.


Alrededor de ocho médicos y diez enfermeros y enfermeras estaban atendiendo al lindo omega, bajo la atenta mirada de un alfa enojado y preocupado, quién no quiso recibir atención alguna hasta que su ángel estuviera bien.


Señor Min, necesitamos ver cómo están sus piernas, mi personal médico se está encargando de su pareja, necesitamos que nos deje trabajar - Decía el médico jefe del turno de la mañana, eran las siete de la mañana y parecía que eran las 10 de la noche, todo estaba oscuro afuera.


NO ME MOVERé DE AQUí, HASTA QUE ME DIGAN QUE TIENE MI OMEGA - Rugió ferozmente el pálido, asustando al médico al cual se le crisparon los bellos y rápidamente se puso a ayudar a su personal, muy seguro de que si no hacían su trabajo ese alfa les arrancaría la garganta con sus garras, ya de por sí, su mirada era como dagas que se incrustaban en sus espaldas. Realizaron varios exámenes, habían pasado varias horas y ese alfa no se movía de su lugar, parecía estatua, Jimin por otro lado estaba dormido debido a los sedantes.


De repente a las afueras de la habitación se escuchaban gritos y golpes, Yoongi no sabía si debía salir o no, pero le preocupó que despertaran a su lindo omega. Le miró un par de veces, algo dudoso y luego salió de ese lugar, esperando volver pronto, le dolía un poco caminar, pero se mantendría firme, al abrir la puerta, se dio cuenta que esos gritos provenían de la recepción, algo sorprendido caminó hacía allí, ya que los gritos eran tan fuertes que llegaba a parecer que estaban peleando muy cerca, pero no era así. Sin embargo, estaba dispuesto a callar a quién fuera por mantener la paz de su ángel.


Aunque no supo cómo reaccionar cuando vio tal escena, nunca se esperó ver aquello, que sus ojos miraban. No sabía si reír al ver eso, si llorar por semejante amor o enojarse porque esos médicos que estaban en el suelo quejándose de dolor eran los que estaban cuidando de su Jimin.



Regalo del destino ●●● Yooᥒmιᥒ ●●●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora