18

2.2K 190 286
                                    

Narra Ochaco

-¡Te queda genial! – fue lo primero que dijo Momo cuando me monté en su Porsche amarillo canario y me quité el abrigo mostrando el vestido - ¡el azul oscuro queda perfecto con tu piel!

Momo me dio una sonrisa satisfecha y alisó su falda color salmón sobre sus muslos antes de arrancar. Estaba preciosa con esa falda y el top verde mar con adornos barrocos en los hombros.

-Me sigue pareciendo increíble que no me hablarás antes de él, ¿sabes? – le solté mientras Momo daba un frenazo ante un semáforo en rojo y yo me agarraba con fuerza al salpicadero. A pesar de que Izuku conducía a más velocidad que Momo, me sentía más segura con él – por cierto, ¿cómo dijiste que se llamaba?

-Shoto Todoroki – contestó risueña sin prestar atención a mi cara de pánico ante su estilo de conducción – y es tan maraviiiiilloso – pisó el acelerador.

-Espero que su amigo tenga una buena conversación, porque estoy segura de que me vas a dejar sola muy rápido –.

-No lo conozco. Shoto sólo me dijo que es su mejor amigo y que estudia medicina – Momo se encogió de hombros y giró a la derecha - ¡hemos estado tan metidos en nosotros!

-¿Medicina? ¡Como Izuku! Al menos, tendré un tema de conversación con él, diciéndole que mi compañero también estudia eso. A lo mejor lo conoce.

-Por cierto, ¿Hablaste con él por lo de su actitud? – preguntó Momo mientras empezaba a buscar un sitio donde aparcar.

-Sí, esta mañana, pero me mintió en toda mi cara, ¡mal de amores me dijo! – me exasperé – que había tenido un problema con un tipo.

Momo frenó levemente ante un sitio libre, pero antes de empezar a maniobrar para aparcar, me lanzó una mirada suspicaz. A los segundos, agitó la cabeza y empezó a aparcar.

-Al menos, he disfrutado hace un rato – sonreí enseñando todos los dientes posibles – él también iba a salir y estaba en el baño afeitándose. He entrado con mi bata celeste y le he dicho que me iba a duchar mientras tanto.

-¿Con la celeste? – Momo me miró con la boca abierta - ¿Esa tan cortita?

Asentí – y él estaba para comérselo. Es tan duro y tonificado y con el cabello húmedo – suspiré. Estaba segura que tenía una expresión de tonta soñadora.

-¿Y qué has hecho? ¿Sentarte en el water a esperar que acabase? – Momo terminó de aparcar, pero no salió del coche. Se giró a mirarme para saber mi respuesta.

-¡Oh, no! De espaldas a él, me quité la bata y entré en la bañera. Le di una buena panorámica de mis posaderas – la sonrisa se me iba a salir de la cara. Momo abrió la boca por segunda vez en la noche.

-¡Esa es mi chica! – chocamos los cinco - ¡estoy tan orgullosa de ti! – se quitó una lágrima imaginaria.

Antes de bajar del coche, Momo comprobó su peinado y retocó sus labios con una barra rosa, que me ofreció. Lo rechacé. Con los ojos remarcados en negro y los labios con una capa de labial hidratante tenía más que suficiente.

Salimos del coche y fuimos caminando hasta la puerta. Un hombre muy alto, enfundado en un traje negro y suéter de cuello alto también negro, tapaba la puerta. Había unas cuantas personas rondando alrededor del hombre, pero éste tenía un portafolio, que miró, y luego, negó con la cabeza al pequeño grupo.

Momo se acercó resuelta, haciendo sonar sus tacones negros y agitando su pequeña cartera a juego, y le dio un par de toques al hombre en la espalda, que era a lo máximo que le llegaba. Momo parecía una diminuta gnoma al lado de ese hombretón.

Mi Compañero GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora