El cuadro de una guerra anunciada

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—Bueno, si lo confieso mi mayor miedo es que me corten la lengua, nada más

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—Bueno, si lo confieso mi mayor miedo es que me corten la lengua, nada más.

—Cómo abuelito—dijo mi nieta abarcando mi rostro con sus grandes ojos negros. Su rostro se tensó ante un nuevo miedo descubierto—¿Hay gente que la corta?—me preguntó preocupada y con el rostro aterrorizado.

—Sí, como oyes, los políticos te cortan la lengua y por eso hay que tener cuidado de esa gente. A mi casi me la cortan ayer, a mis amigos se las quitaron esa noche en la plaza.

—Abuelito pero ¿quién hace eso? yo no quiero que me corten mi lengua—dijo y a la lejanía vi como desde la silla apretaba los dientes para que nadie pudiera abrir la boca por ella.

—Te voy a contar lo que debes saber para no caer
«Por poco no la tengo, y ya solo me quedan solo algunos de mis útiles dedos y con ellos (tan solo con ellos) yo puedo contarte lo que sucedió.
Escucha:
En el mundo hay gente buena y mala, este mismo grupo se divide entre los poderosos que se creen dioses y a los que le queda la esperanza.
¿Qué es la esperanza en tiempos de incertidumbre? una buena oportunidad para abalanzarse al poderoso. Sí, pero.
¿Qué es la esperanza? nuevamente.
"Una ameneza y una enfermedad" para quien tiene el poder. "Es fuego y debe ser apaciguado antes que el fuego de la revolución arrase el poder
Bien Lucero, guarda esto, necesitarás recordarlo.

Retomé una postura cómoda antes de contar tan funesto día y con tan sólo tres dedos en cada mano me rasque el orgullo de la garganta.
—¿Qué día fue ayer Lucero?

—21 de noviembre.

«Sí, ayer fue 21 de noviembre de revolución.
Medio país se fue a luchar con escudos de palabras ayer, se armaron aunque su familia y el resto de la población les dijera que no fueran porque tenían miedo. Teníamos miedo Lucero, eso no le vamos a negar a nadie y con el miedo bajandonos el azúcar a los más viejos y mareando a los más jóvenes viajamos en bus hasta la estación de donde se había convocado la junta.
Cuando llegamos no eran mucho los reunidos, pero afortunadamente la cifra aumentó a la hora y nos subió el poder.
La esperanza, el fuego de la revolución, encendidos en furia e indignación gritamos ante el palacio del Alto Estado.

No hubo respuesta.
No hasta que en eso de las cuatro de la tarde empezaron los disparos.
La gente comenzó a caer uno sobre otros y se encendieron los gritos, los soldado del Alto Estado disparaban desde el palacio y no nos tocó más que correr para salvaguardarnos de los tiros.
Pasábamos sobre los cuerpos de las víctimas y ellos también, pisandonos los talones iniciaron la persecución.
A quienes no les habían ya pasado encima, los acorralaron y los arrastraban por las calles, sin dignidad.
El alfasto estaba rojo de tanta masacre.

—Ay no....¿Y qué hicieron?—me preguntó con verdadera preocupación.
Era buena oyente.

—El fuego de la revolución no se puede opacar con la muerte, ni la herida al pueblo, ese fue su error.

«Ya se habían desangrado el cuerpos de varios niños privandoles del alimento y a los jóvenes ya les habían roto el tejido del futuro, los viejos no teníamos nada más y luchamos.
Con rocas, como nuestros ancestros y con lo que nos encontramos en la calle.
Arrancabamos lo que hallabamos.
Y matamos a varios de los suyos.
Fuego, mucho fuego.

Mientras luchabamos pensábamos en todos aquellos que podían escribir y que a sí mismo nos habían cortado los dedos.
A todos aquellos que podían hablar y les cortaron la lengua.

A quienes pudieron ver y les dejaron ciegos.

Sí, teníamos miedo, pero teníamos más miedo de que sin cortarnos la lengua perdiéramos el habla;
el poder de manifestar y protestar.»

—Yo tampoco la voy a perder, nadie me la va a cortar—grito Lucero bajándose de la silla y yendo por el banderín de "Renuncia"

La guerra proseguia, con o sin dedos y lengua.

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Nota: siendo honesta estos días he sido incapaz de seguir escribiendo porque tenía las palabras atoradas en la garganta, mi Patria está sangrando (Guatemala) y la revolución se ha vuelto una necesidad, traigo un relato en la voz de un anciano y así quizás pueda liberarme. Prosigo con marchar a escribir el capítulo, buena noche y que toda Latinoamérica se vea libre de El Alto Estado.

Posdata: el cuadro fue pintado por Monserrat Laferte y creo que es una viva imagen de la situación actual.
Los niños desnutridos en los brazos del desamparo, los poderosos con literalmente mierda en la cabeza y el pueblo (hablando del sistema educativo pésimo) los niños queriendo alcanzar el conocimiento o quizás también pueda verse como la "Paz y libertad" muy lejos y tan cercana.

La niña de las historias [en proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora