Capítulo 2

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Sara
27/11/2020


Muevo mi bolígrafo entre mis dedos de arriba hacia abajo, con impaciencia reviso mi reloj una y otra vez, solo faltan 4 minutos para que termine mi última clase del día y mi última clase del trimestre, el viejo calvo que me imparte Criminología está dando su último sermón, cuando se percató que no tenía más nada que decir miró su reloj y nos dio permiso para retirarnos, comencé a entrar mis cosas con calma en mi bolso, odio salir con todas las personas aglomeradas en la puerta, así que espero a que se vayan, salgo del salón y recostado al lado derecho de la puerta estaba Klaus.

—¿Te llevo? –pregunta con su mirada perdida en la nada.

—¿Cómo sabes que no traigo auto? –le pregunto arqueando una de mis cejas.

—Una vez más, ¿te llevo? –dice poniendo los ojos en blanco y colocando su mirada en mí.

—Sí, no quiero esperar a nadie –le digo dándole mi bolso.

—¿Aparte de chofer debo de cargar tus cosas? –dice mirándome mal.

—Arch, dame –le digo quitándoselo –que poca educación llevas.

Él sonríe y empieza a caminar, yo le seguí el paso. Klaus es mi mejor amigo desde que tengo memoria, nuestros padres crearon juntos uno de los mejores bufetes de abogados que hay en la ciudad, ellos son una de las razones por las que estudiamos Leyes (sí, ambos estudiamos leyes). Llegamos hasta donde su bebé, un Maserati Alfieri negro, fue un regalo de su padre en su cumpleaños número 19, ahora tiene 20 años y créanme que este es su auto favorito lo cuida mejor que los otros dos que tiene.

Nos introducimos al interior de éste y él pone en marcha el auto. Odio cuando estamos en silencio en espacios cerrados, mis dedos empezaron a entrelazarse y a moverse de manera extraña sin que me diera cuenta.

—Llegaste tarde a Derechos Universales –dice sin quitarle la vista al camino –por eso supe que te trajeron, sí hubieras venido en tu auto llegarías a tiempo, y de sobra.

—Me conoces –le digo dejando mis dedos en paz –¿qué tal las noticias?

—No se callan con lo del asesino –dice irritado.

—Corrección, la cabra, no pueden definir el sexo del homicida sin pruebas –le digo con mi feminismo activado.

—Es lo mismo.

—No lo es –digo recostando mi espalda por completo en el asiento –¿no te gustaría estar en un juicio, así como el que habrá cuándo la persona culpable sea atrapada?

—Sería interesante ser uno de los abogados de ese caso, por Dios ya van 89 víctimas en la ciudad, eso sin contar las que lleva fuera de ella, estamos hablando de un asesino en serie –me responde.

—Lleva muchos, la policía no está lista para eso, ni todo el equipo de investigación –digo perdiéndome en el camino –¿Cómo rayos aún no encuentran ni un rastro de ADN? –el auto se detiene enfrente de mi casa.

—En verdad no lo sé, solo debemos cuidarnos.

—Gracias por traerme –le digo sujetando mi bolso que había dejado en la parte trasera del auto.

—Mañana paso por ti para ir a donde Nadia –la fiesta de Nadia pasa por mi mente.

—De acuerdo, gracias –salgo del auto y me dirijo a la puerta principal, inserto la llave y la abro, cuando me iba a introducir dentro giré para ver como el auto de Klaus aceleraba a toda velocidad.

Entre a la casa y cerré nuevamente la puerta con seguro, escucho pequeños pasos venir a mi dirección acompañados de ladridos, mi pequeño Ares viene a darme la bienvenida a casa, me arrodille dejando a un lado mi bolso y abriendo mis brazos para poder abrazarlo, él empezó a lamer mi cara haciéndome reír, lo mejor de llegar a casa es esta preciosura, acaricio su melena y lo abrazo con cuidado.

Un Crimen Perfecto (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora