Capítulo 6

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Sara


Estoy recostada de lado en mi cama, Klaus me trajo a casa: me duchó, cambio y metió en la cama, estoy destruida como nunca antes, no dormir ni un minuto, mi mente reproduce una y otra vez su cuerpo en el suelo, a mi lado está tendido el vestido que utilizaré para su funeral, solo me he levantado de la cama para cerrar la puerta con seguro después de que Klaus lo dejó.

Llevo un máximo de dos horas escuchando los rasguños de Ares en la puerta, no quiero que nadie me vea así, ni siquiera mi bebé, escucho el timbre de un nuevo mensaje en mi teléfono, lo tomo en mis manos y solo reviso la notificación.

Klaus Peterson
Ya debes arreglarte o iré a ducharte y arreglarte yo mismo, eres más fuerte que esto, no me dejes solo.

Lancé un suspiro y me incorporé en la cama para ver el vestido, un vestido rojo, corto dos centímetros más arriba de la rodilla, entallado, mangas largas, tal cual me gustan, se preguntarán ¿por qué ir a un funeral de rojo?, pues esa fue su petición una noche de tragos, recuerdo esa noche y sonrió.


Meses Antes


Íbamos por nuestra séptima botella de vodka, todos estábamos ebrios y disfrutando del momento, en las noticias se anunciaba la víctima número vente de la cabra y todos empezamos a reír como idiotas al escucharlo, Allegra se levantó y alzó la botella que tenía en la mano gritando.

Quiero su noble atención proclamó esperando que calláramos como ya ven, ya son vente personas que han muerto en manos de un psicópata y quiero pedirles algo por si algún día me pasa eso a mí.

Allegra cállate, nunca te pasará nada, siempre estamos juntos nunca te he dejado sola exclama Mauro tomando de su vaso.

¿Puedes hacer silencio y dejarme decir mis peticiones? le dice molesta, él solo levanto su vaso para que ella siguiera bien como decía antes de que mi tonto hermano me interrumpiera, quiero pedirles algunas cosas, primero, quiero que vayan vestidos de rojo, en mi funeral no irán de un simple negro eso es deprimente, segundo, quiero que lleven dos botellas de mi vino favorito, una para que se la tomen y la otra para que la coloquen en mi ataúd porque podré estar muerta pero no me dejen sobria, y tercero, no quiero que lloren, sonrían y embriáguense, háganlo por mí -dice dándose un trago largo de la botella.

Todos reímos por las estupideces que se le ocurrían, después de eso nos obligó a cada uno para que hiciéramos nuestros pedidos y los anotamos todos en unas servilletas.


Actualidad


Hasta ahora esas servilletas se encontraban guardadas en la caja de joyería de Allegra, Mauro las sacó para saber qué fue lo que había pedido aquella noche, nos envió las indicaciones y Klaus me ayudó a elegir mi vestido. Me levanté de la cama respirando profundo, es cierto, soy más fuerte que esto y no puedo dejarle toda la carga a Klaus, me desvestí y antes de entrar al baño le respondí el mensaje diciéndole que me iba a arreglar.

No tarde mucho, solo me falta maquillarme y peinarme, en verdad no tengo ganas como tampoco fuerzas, me levanté del tocador y me dirigí a la puerta justo cuando la abro Ares se lanza sobre mí, amo a este ser tan maravilloso, acaricio un poco su melena y sigo de largo, iré por Esmeralda para que me ayude, bajo las escaleras y escucho voces en la cocina, me dirijo a ella y ahí se encontraba mi familia.

—Esmeralda, necesito ayuda, ¿me echarías una mano? –le pregunto ignorando las miradas que me dan los demás.

—Por supuesto, cariño –les doy la espalda y regreso a mi habitación, Esmeralda no tardó.

Un Crimen Perfecto (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora