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-- ¡Ya llegué! -- grité al entrar en la casa. Sabía que mis dos amigas ya estarían ahí, dado a que casi nunca tardaban más de dos horas. Yo nunca tardaba tanto como lo hice hoy, y hasta a mí me desconcerta. ¿Porqué la hice tan larga? ¿Porqué no podía simplemente, ir y ejecutar mi plan, el cual no tenía muchas vueltas?

-- ¡Niña! -- una voz apenas reconocida me sacó de mis pensamientos.

Me dí la vuelta, y un cuerpo se abalanzó hacia mí. No estaba acostumbrada a recibir ese tipo de afecto de él. ¿Estaría drogado? Es bastante posible.

Cuando no le respondí al abrazo, me soltó.

-- Hermanita, ¿Cómo estás? -- me agarró de los hombros. Lo miré a los ojos, esos que hace tiempo llevo queriendo sacar, pero todavía no llega ese momento.

-- Suéltame. -- le dije, él lo hizo. -- Dime, Mark, ¿Qué te trae por aquí? ¿Los rumores corren tan rápido? -- tenía la idea de decirle que su amigo Thomas, estaba muerto. Pero no iba a hacerlo fácil, si no que lo dejaría con la duda. Si todo me sale bien, él iría con su esposa, y allí podría poner un GPS en su auto, o una bomba en su casa, ¿Quién sabe?

-- ¿Rumores? No. Vine porque necesito que me hagas un favor, hermanita querida. -- él era bueno manipulando. De echo, de chiquitos, él me decía para hacer algo y yo lo hacía, sin preguntar nada ni preparar nada a cambio. Idiota, ¿no?

-- Si. Ya me lo veía venir. -- pasé por su lado, sin tocarlo y entré al salón. Allí, mis dos amigas estaban hablando entre susurros. ¿Algo iba mal? Si, definitivamente.

Lo confirmé cuando se voltearon a verme con cara de preocupación.

-- Mark. Cierra la puerta cuando te vayas. -- lo invité a irse amablemente.

-- Bueno, pero espera, quería.. -- lo interrumpí.

-- ¡Fuera, Mark!

[...]

Las chicas se mantenían calladas, no habían dicho palabra alguna desde que Mark se fue.

-- ¿Tengo que empezar a hablar yo? -- ellas se miraron y asintieron mutuamente.

Comenzé por lo básico: la gente del restaurante. Luego conté lo de Thomas y cómo creía que era amigo de Mark. Luego conté como es que mi plan se hizo tan largo, les conté mis dudas sobre eso, después algunas ideas de cómo mejorar la ganancia de ese lugar en especifico y luego añadí una opinión sobre el trago que Kia había creado.

--...Y.. me gustó tu trago. -- señalé a Kia. -- Ahora, ¿Van a hablar o tengo que obligarlas?

Volvieron a quedarse calladas. ¿Tan malo era lo que querían decirme? Conté hasta diez. No les iba a exigir. A ellas no.

Letal - SIN EDICIÓN -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora