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Nos habíamos levantado a eso de las tres de la tarde. Habíamos dormido poco. Desayunamos una lata de Coca Cola que había en el refrigerador. Mark se subió a la moto de Tassimo y yo a la mía. Decidimos ir a comer algo por ahí.

Nos sentamos en unas mesas. Llevábamos lentes de sol. La sombra que daba la sombrilla era escasa, pero para nosotros alcanzaba.

Pedimos Coca Cola, nuevamente y un sándwich completo. Comimos como bestias.

En un momento me sentí vigilada, pero le resté importancia y seguí comiendo.

-- Dime, hermanito querido, ¿Agarraste las bolsitas? -- le pregunté.

-- Si, dame las gracias, porque tú no estabas en tus cabales ni  como para caminar recta ayer. Me lo guardé en el zapato.. espera lo saco.. -- se agachó, para después sacarse el zapato y ver tres bolsitas.

-- Wow, ¿Sólo eso queda? -- asintió. -- Somos unos bestias, ¿Lo sabías?

-- Bueno, al menos dejamos el especial que nos dió Tas. Hay dos especiales y uno normal. -- las saco, las envolvió en su mano y me dió dos que no tardé en guardar rápidamente.

Pagamos, nos volvimos a las motos y nos fuimos. Yo fui directo a mi casa, y Mark.. no lo sé, por ahí. Yo ya no lo cuidaba.

Al llegar, no me preocupe por mis.. amigas. No quería hablar con nadie, ni nadie querría hablar conmigo. Estaba entre enojada, triste y decepcionada. Capaz todo junto, pero mantenía una irá que se desataba con cualquier mueble o cosa que se me cruzara en mi camino. La cabeza me daba vueltas. Me senté en uno de los sillones, y puse una fina línea de cocaína en la mesita de luz, ya que la central estaba rota. Ayudé a mover la sustancia con una tarjeta. Agarré una revista de abajo de la mesita de luz, arranqué una hoja, la hice un tubito y aspiré. Cerré los ojos al segundo que sentí como eso entraba en mis fosas nasales.

Como si me hubieran reiniciado, me levanté y fui hacia la cocina, todavía sobándome la nariz. Agarré un poco de jugo y lo tomé en un segundo.

Decidí irme a bañar. Me preparé la tina, espuma, musica y una mascarilla. Prendí el televisor que estaba pegado en frente de la tina y comencé a ver mi serie.

-- ¡No! ¡Jonh! -- grité. Si, estaba en esa parte de la serie.

Quedé pegada a la pantalla. Casi no pestañaba, no podía creer lo que pasaba.

Al estar tan pegada a la serie, no escuchaba los gritos que venían de abajo. Ni siquiera sabía que había alguien abajo.

-- ¡Hey! -- puse pausa. -- ¡Hey! -- alguien gritaba, pero por lo lejos que estaba, no podía identificar la voz. -- ¡Tea! -- cuando escuché mi nombre, salí de la ducha lo más silenciosa pero rápido posible, y me tapé con una toalla, sujetandola fuertemente para que no se cayera. Abrí la puerta y salí de puntillas hacia mí habitación, que quedaba a solo dos puertas del baño donde estaba.

Cuando entré al baño, tomé un buzo gigante y una parte de abajo, me los puse y agarré mi arma. Era pequeña, pero serviría para cualquier cosa. Me lo guardé en el bolsillo de el buzo y salí.

Seguían gritando, pero su voz no me era reconocida. Escarbaba en mis recuerdos auditivos, pero nada. ¿Quién osa entrar a mi casa sin permiso?

Me acerqué a él barandal de las escaleras, pero no ví a nadie. ¿Es mi imaginación?

-- ¿Tea? ¡Tea! ¿Dónde estás? -- no estaba en la sala ni en el living. ¿En la cocina, capaz?

Bajé un poco las escaleras.. todavía no podía ver nada, seguí bajando hasta tocar el frío piso de madera. Caminé, saqué la pistola un poco para que me sea más fácil de atacar rápidamente. Me fui acercando y..

-- ¡Tea! -- gritó. -- Oh, ahí estás. -- guardé la pistola y solté un suspiro. Casi me da algo.

-- ¿Qué haces aquí a éstas horas, Marcus? -- le hablé a mi asistente. -- ¿Porqué se te ocurre gritar así? ¿Acaso quieres que te mate? -- me deshice en la silla. Lo seguí mirando.

-- Si, me hubiera gustado que lo hicieras.. -- me miró. -- te tengo una mala noticia.

-- Hubieras empezado por ahí. -- dije. -- Siéntate, ¿Qué pasa?

Se sentó, sacó de su bolso un par de papeles de un folio y los puso en un orden. Leyó algo y me dió algunos papeles. Otros se los quedó él pero los puso a un lado.

-- Toma ésto. Revisa la fecha y quién llamó. También desde dónde. Es importante.

Agarré los papeles, y comencé a leerlos. Por los que pude ver, era información sobre una llamada la cual no había contestado. Hice memoria y, si, fue esa llamada la cual pensaba que era de alguna de las chicas. No la contesté, y supongo que eso me salvó para que esa persona averiguara dónde es que estaba.

Leí un poco más, y decía lo que yo ya sabia; me conocían, tenían mi número y tendría que actuar rápido e investigar quién es esa persona.

Dejé los documentos y volteé hacia el hombre delante de mí. -- ¿Quién es? -- volteó hacia los papeles que había dejado a un lado y me los dió. Pasó a explicarme algunas cosas.

-- Por la información que pudimos sacar, sabemos que es la esposa de ese tal Thomas. -- me dijo. En uno de los documentos, pude ver la cara de la mujer. -- Ésta no se conectó desde su celular, como pensábamos, si no, dese el celular de otra persona. -- Suspiró y yo dejé los papeles en la mesa para poder prestarle atención. -- Ésta persona, que ahora sabemos que se llama Agousto Kenovic, -- me sorprendí. ¿El otra vez? -- es un importante abogado, el cual siempre estuvo detrás de ustedes, como bien sabrás. -- asentí. -- Sabemos, además, de que éste sujeto se juntó con la esposa de este tal Thomas, y las quieren ver caer. Tanto a usted como a sus amigas. -- terminó.

Éste hombre ya nos conocía, de echo, desde hace mucho tiempo. Si bien era así, no nos quería hacer caer. Más bien, quería ayudarnos a multiplicarnos. Estaba en mi equipo, mucho antes de que si quiera conociera a Rizz y a Kia. Lo que sucedió luego, fue que nos engañamos mutuamente, y como paga, él hizo algo terrible, y yo se lo pagué de la misma forma. Él se enojó tanto, que se hizo abogado. Desde que nos mudamos de Francia hacia Alaska, no supe más de él, hasta ahora.

-- Si, lo conozco. -- dije. -- Agousto era compañero mío, pero como sabrás, algo pasó, y nos separamos. Él se hizo abogado para hacerme pagar por mis acciones, pero con lo cuidadosa que fui, él no encontró nada, y es abogado hace más de ocho años. -- le expliqué brevemente. -- Ahora, con ésta testigo potencial, puede que llegue a encontrar algo que pueda llegar a llevarnos a un juez. -- me quedé pensando. ¿Era posible? Puede ser. Thomas y Martssio eran amigos, y lo más probable era que conociera la casa de Martssio. Si él fue cuidadoso con ésto, no encontrará nada, pero con lo estúpido que era, no me fío de nada sobre él. -- Tenemos que ir a la casa de Martssio y sacar toda prueba que tenga que llegue hasta alguno de nosotros, incluido el auto. -- lo miré. -- Mañana a primera hora, vamos. Consigue algún auto que no sea muy llamativo, un chófer y dos guardaespaldas, por las dudas. -- decía mientras él anotaba. -- Mientras menos seamos, mejor. No expliques nada, sólo diles que tienen que vigilar que nadie entre, y si ven a alguno de las dos personas esas - Sandra y Agousto -, avísenme lo antes posible. -- me levanté. -- también, investiga qué es lo que están haciendo por ahora, y si tienen algo planeado. Pon cámaras si es necesario. Luego me dices la cuenta de todo. -- me dí la vuelta, y salí de la cocina, dejando a Marcus juntando los papeles.

Llegué a mi habitación, me senté en la cama, y antes de darme cuenta, ya me había quedado dormida, pensando en lo mínimo que podría llegar a pasar si todo ésto sale mal, ya que es una misión directa, y sin entrenamiento de por medio.

Letal - SIN EDICIÓN -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora