𝑐𝑢𝑎𝑟𝑡𝑜

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11 de abril de 2020

Cuando salió de la casa de su vecino, Ryan lo estaba recriminando del porqué estaba con ese hombre, él le explicó de manera calmada, pero a cada palabra que decía, cada vez más Ryan se enojaba más. Esa tarde su mejilla tenía un moretón y durmió en la sala.

Había pasado ya una semana. Ya una semana después de aquel incidente con Ryan, ya se le había pasado el enojo, aunque no le dirigía la palabra. "Si te vuelvo a encontrar o me entero de que hablaste con ese mediocre vecino, no vuelves a saber nada de mí," le había dicho aquella tarde. Ahora, cada que veía a su vecino, desviaba su mirada y entraba a su hogar.

Aquella noche Ryan salió, tenía el departamento para él solo, y como un buen chico universitario se quedó en la cama con libro en mano. Tres días pasaron, no había leído nada en esos días. Ryan lo estaba vigilando como un cuervo a un animal a punto de morir, y el único tiempo libre que tenía era en la escuela, pero tampoco.

Abrió el libro y se metió de lleno en el libro. Pronto, sus ojos comenzaron a cansarse, a cerrarse. De las ventanas, donde el sol se metía por entre las cortinas, comenzaron a oscurecerse. Era fin de semana, un viernes. Sus ojos se cerraron por completo, el libro lo dejó a un costado de su cabeza y cayó en los brazos de Morfeo.

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12 de abril de 2020

Los pájaros canturreaban, apenas amanecía, los pocos rayos de sol se hacían camino por entre las cortinas. Tom se estiró, abrió sus ojos. La cama seguía igual, no se había tapado con ninguna cobija, no se escuchaba nada dentro del departamento, sólo los pocos motores de los carros de afuera.

Su celular, que estaba en la mesita de noche, no tenía notificaciones, ni llamadas perdidas, sólo indicaba la hora con un fondo de pantalla de una película de Disney. Eran casi las ocho de la mañana, su clase de ballet era hasta las nueve.

¡Claro! Ryan no sabía que su... ok, su pareja practicaba ballet. Si se enterase, lo mataría. Ryan era demasiado cerrado y tenía a Tom en una burbuja. No quería que hiciera esto, no quería que hablara con tal persona. Cuando supo que había hecho amigos en la escuela, no dejó al castaño salir por dos semanas, y sus amigos, Jacob y Zendaya, tenían que estar en el departamento sólo por una hora, y cada día Ryan iba por él a la escuela para que no se quedara a platicar, según él, sus amigos eran "mala influencia".

Tal vez por esas razones ocultaba algunas cosas a Ryan. No quería terminar como otras ocasiones, con lágrimas en ojos, moretones en sus brazos por los fuertes agarres de Ryan o hasta chupetones morados y no poder sentarse en días. Claramente era un abuso, pero no tenía a donde ir o con quién quedarse. Si regresaba a Londres, tendría que decirle adiós a la danza, adiós a su carrera universitaria y a sus amigos. No quería eso, además, Ryan lo amaba y Tom a él, ¿no? Esos signos de enojo, celos, era por eso, ¿cierto?

Ahogándose en sus pensamientos, se levantó de golpe por el sonido de llamada entrante a su celular. Se paró de la cama y con un corazón palpitando con rapidez, tomó el celular. Era Zendaya.

—¿Hola? —contestó a la llamada el castaño.

—¡Tom! Ya voy por ti, sólo que hay demasiada gente en el metro, entonces llegaré justo a la hora.

Zendaya y él iban a la misma escuela de danza, estaba más cerca del edificio donde vivía Tom, entonces siempre ellos dos se veían en el departamento del castaño sin ser vistos por Ryan, ya que nunca estaba los sábados por la mañana.

—Entonces... —soltó un suspiro el castaño.

—Lo siento, Tom, pero hoy tendrás que ir solo.

❝Color Carmesí❞ // GyllenhollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora