El viento recorre suavemente su cara, acaricia con delicadeza su tez morena y desordena sus cabellos rizados y tinturados, al igual hace más grande su soledad, su miedo, Él mira al vacío una vez más y suspira deseando morir.
Él camina por las calles frívolas descuidado, ha salido hace poco, adentrándose a la comodidad de la vida de la noche, acomoda algo irritado su ajustada camisa, no había logrado ganar nada de dinero, ni un solo cliente había pedido por los servicios de su cuerpo, así que se acerca a una esquina resignado y saca un cigarro, lo enciende y empieza a fumarlo con calma, el humo le rodea y sus ojos verdosos ven a su alrededor pensativos, esta más que frustrado y cabeza repite una y otra vez que necesita el dinero, de lo contrario sería su fin, suspira y da otra calada al cigarro, siente el humo ahondar en su boca hasta su garganta, regalándole suaves caricias.
Cuando de repente una temblorosa y sucia mano tapa su boca, lo arrastra con fuerza hasta el fondo de aquel lugar, los ojos del atacante se ven sedientos, como los de un animal a punto de devorar a su presa y su cuerpo tiembla ante esto.
Él mira horrorizado lo que sucede, aquel monstruo con forma humana arranca su ropa y le toca por todas partes, tras cada roce le deja en la piel una sensación de calor, pero no es para nada cálida, esta le quema y le desespera, Él se queda inmóvil siendo presa del miedo, no sabe qué hacer, trata con todas sus fuerzas reaccionar, pero, le es imposible, el atacante siniestro ve esto como una invitación y termina de arrancar de manera violenta la poca esperanza que aún conservaba Él.
Él siente como el asco incrementa a cada roce, como el dolor cala hasta sus huesos, su miedo le paraliza y le cierra la garganta tanto que no le permite gritar, la impotencia recorre su cuerpo como un leve hormigueo que lo lleva a la locura y un espeso cóctel de emociones le inunda de a poco, como si le inyectaran un espeso líquido directo a sus nervios, este le llena el pecho de una sustancia viscosa que no le deja respirar, le presiona del pecho, tanto que respirar se convierte en una tarea titánica, sus ojos se nublan por las lágrimas acumuladas y desde el fondo de su garganta sale un gemido lastimero, lleno de dolor, el eco resuena levemente entre las paredes tratando de escapar, pero es tan débil que se queda solo en el intento.
El viento recorre suavemente su cara, acaricia con delicadeza su tez morena y desordena sus cabellos tinturados, el frío del pavimento lastima la delicadeza de su espalda y le hiela los huesos, al igual hace más grande su soledad, mira al vacío una vez más y suspira deseando morir, desconecta su mente de la realidad y reza para que todo pase rápido.