Tu sonrisa [Naruto Uzumaki]

Prólogo

El peliblanco se despertó, este tenía dolor de cabeza por lo que había pasado la noche anterior.

Llegó a la puerta de aquella habitación de hotel y se llevó la sorpresa de encontrar a una mujer.

- ¿Si? ¿En qué puedo ayudarle? - dijo este con un toque pervertido y galán

- Si, hola Jiraiya - dijo la mujer de pelo azabache con ojos azules

- Am... - este trataba de recordar el nombre de aquella mujer - Akane

- No, y no importa que lo sepas, ya jamás quiero volver a verte - dijo la mujer enojada

- ¿Entonces que haces aquí? - dijo el sannin sin pensarlo mucho para después darse un golpe mental.

- Toma - esta le entregó una maleta que el sannin tomó extrañado.

La dejó a un lado, tal vez algo le serviría

- Toma - este recibió un bulto envuelto en una cobija azul claro - nos vemos

La mujer se retiró del edificio dejando a Jiraiya extrañado. Este iba a dejar aquel bulto en el sillón de aquella habitación cuando se movió en sus brazos

Este se espantó ante aquel movimiento para después retirar un poco la cobija

- Pero que...

Lo que contemplaba el sannin lo dejó sin palabras, era un pequeño bebé.

Está tenía el cabello de un tono blanco, tenía el rostro con las mejillas gorditas y tenía las pestañas algo largas.

Está comenzó a despertar y el sannin pudo ver sus ojos azul claro con la piel blanca.

La niña contempló a aquel hombre que la tenía en brazos, esta hizo una mueca que asustó y puso nervioso al peliblanco.

- No llores, no llores, no llores - rogaba internamente el sannin

La peliblanca dio una sonrisa a su padre para después reírse.

- Valla, así que te doy gracia ¿eh? - dijo el peliblanco con una sonrisa - Bien... supongo que ahora te tendré que cuidar

El peliblanco tomó la maleta que le había dado la mujer, dentro había ropa para la bebé, así como un chupón, biberones, leche en polvo y más cosas que serían para la bebé.

- Bueno... no tendré que conseguir tantas cosas - dijo el peliblanco a la pequeña - bueno... ahora solo seremos tu y yo eh pequeña

La niña le dio otra sonrisa para después comenzar a morder su manita con su encías; a lo que el sannin le bajó la mano para que no lo hiciera.

- No pequeña - el peliblanco tuvo una idea - Oye... no se tu nombre...

La niña solo ladeo la cabeza viendo a su padre para después sonreír y dar una risotada

- Eres muy sonriente y ríes mucho - dijo este hablándole a la niña - serás Emiko, mi pequeña Emiko