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— ...y yo le conté sobre cuando vi a Estefanía con un chico nuevo y ella me dice que sí, que la chica se había vuelto a casar y que la boda al parecer había sido privada. Yo no tengo nada en contra de estar con diferentes parejas pero ¿Casarte? Creo yo que Estefanía es muy tonta al estar casándose y divorciándose como si de calzón se cambiará. Creo que este es su quinto matrimonio. Además de que hacen un gasto insulso ¿Tú que opinas querido?

USA solo asintió en respuesta ante el chisme que Sussy le había compartido. Su atención estaba centrada más que nada en las nuevas pistas que Canadá, su amigo y compañero de trabajo, había conseguido para él. Al parecer algo grande pasaría ya que los diferentes grupos de personas a los que vigilaban habían empezado a moverse de forma estratégica.

— Pero no le vayas a contar a nadie, esto es algo entre tú y yo. Y ni siquiera te he hablado sobre la propuesta que Don Federico me hizo el otro día. Ese hombre esta que me persigue desde hace un año que se mudó. En verdad no sé si aceptarlo (...) ¿México se levantó tarde el día de hoy?

USA levantó con rapidez al escuchar aquel nombre. Había estado tan absorto en su lectura que no había escuchado la música. Frunció el ceño extrañado ya que México trabajaba ese día desde temprano, así que, el escuchar música a esas horas significaba algo.

— Iré a verlo. — Dijo levantándose de su asiento, arreglo los papeles que estaban desparramados por la mesa y suspendió su laptop.

Sussy lo miraba con picardía. Pero no dijo nada y dejó ir al joven. Se sentía contenta con el desarrollo de esta relación. Ella al inicio solo esperaba que ambos se llevaran bien, pero cuando empezó a notar que ambos muchachos mostraban un interés más particular en el otro, quiso que se diera lo que tuviera que darse. Y que fueran felices.

Así que USA yacía enfrente de aquella puerta, con aquella sábana saludándolo como siempre. Tocó para llamar la atención del tricolor al estar la música en un volumen intermedio fue más rápida la llegada del mexicano a la puerta.

Cuando el americano lo vio, su semblante tranquilo cambió a uno de preocupación. El mexicano yacía con pijama aún, una manta rodeando su cuerpo, su pelo aparentaba estar húmedo, su cara yacía roja, los ojos de este apenas y estaban abiertos y el sudor que cubría su semblante enfermizo : fueron todas estas señales las que dieron a comprender el por qué México no había ido a trabajar.

— Hola, USA… — Saludó con voz ronca y baja el mexicano. Su semblante cambió a uno de incomodidad, al parecer, le era difícil articular palabras.

— Estás enfermo.—

— No, no me digas… — Trato de bromear  el mexicano pero no le salió del todo bien ya que empezó a toser y gemir de dolor.

— ¿Qué hacer parado? Debes descansar, México.

— Lo sé. Pero … Mi casa sucia.— Ahora le costaba poder hablar, su garganta estaba rasposa y el pasar saliva irritaba más la zona inflamada.

— No te preocupes. — Aseguró el de estrellas. — Yo me encargaré de eso, tú descansar.

— No, cómo crees… Tranquilo yo--- ¡Hey!

El americano ignoró las palabras dichas por el tricolor y cargando lo con cuidado lo llevó a su habitación para acostarlo y atenderlo como debía. México se dejó hacer ya que su cuerpo pedía a gritos descanso, además de que quejarse no le serviría para nada.

Pacquito empezó a ladrar cuando vio al intruso en casa, y jalando del jean del estadounidense trataba de alejarlo de su dueño. USA ignoró eso también, dando toda su atención al mexicano, cuando vio que este estaba cómodo y ya descansando, cargo sin miedo al chihuahua llevándolo a la sala para tener un conversación.

Las canciones del recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora