Capítulo 1. "Accidente Afortunado"

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EMPIRE CITY CASINO, NUEVA YORK, 3:35 A.M. AGOSTO, SÁBADO.

Ningún canal de radio lo convencía, así que decidió activar el sistema bluetooth de su teléfono y poner la música a su gusto. Era una noche fría, podía sentir su rostro adormecido a causa del clima y por tal motivo subió por completo la ventanilla del auto. Miró por quinta vez su celular para saber la hora, habían pasado 30 minutos desde que Levi había entrado en el casino a cobrar un dinero prestado. Furlan ya se estaba preocupando, necesitaba un cigarrillo para apaciguar su ansiedad y de paso aminorar el frío de su cuerpo. Cuando estaba a punto de salir del auto, visualizó a Levi acercándose hacia su dirección. Lamentándose por no probar una calada de un cigarrillo, Furlan se volvió a acomodar en su asiento poniéndose el cinturón de seguridad, mientras hacía esa acción miraba de reojo a su amigo quien se subía al auto comprobando que le había ido muy bien al notar esa expresión triunfal.

—Sí te pagó, al fin—afirmó el castaño sonriendo de lado.

Levi no dijo nada, simplemente encendió el auto, echándolo andar sobre la carretera. Furlan regresó su vista a la ventanilla, realmente se sentía muy cansado, y todo por estar una semana desvelándose en hacer una maqueta. Nunca pensó que su carrera iba ser tan pesada, sin embargo le gustaba, así que no tenía permitido quejarse por su decisión. Agradeció al cielo que era sábado, le gustaba mucho los fines de semana ya que solía salir de la típica rutina universitaria. Su vista de pronto se volvió borrosa, sin poder controlar el peso de su cabeza.

—Ni se te ocurra quedarte dormido—le regañó Levi al notar a su amigo cabecear contra la ventanilla.

Furlan se volvió a incorporar, clavando la mirada al frente.

—Lo siento, sabes que me he estado desvelando. Baja la velocidad, vas muy rápido.

Levi chaqueó la lengua en señal de disgusto, miró el odómetro percatándose que iba a 120 km/hr. Era una velocidad considerable para él, y más a esas horas en donde no había autos y todo estaba obscuro. No obstante, quería evitar algún accidente por si se atravesaba un animal o un loco, así que hizo caso a la sugerencia de Furlan; siempre era mejor ser precavido. Levi apagó el reproductor ante la mirada molesta de su amigo; no lo sentía para nada: su auto, sus reglas. Siempre cuando conducía le agradaba mucho el silencio y si le apetecía escuchar música preferiría la clásica tipo Bach, Mozart, Beethoven, Chopin entre otros.

El viaje de regreso a casa parecía usualmente tranquilo, sin embargo siempre estaba a alerta y nunca bajando la guardia.

—¡Levi cuidado!

El grito de su amigo no fue tan rápido como sus reflejos. Visualizó una figura atravesarse ante sus ojos, unos segundos bastaron para poder notar esa expresión imperturbable de esa persona idiota que seguía de pie a mitad de su carril. Pisó el freno con tanta fuerza que el auto se desparramó saliéndose de la carretera, sin perder el control del volante hizo amago de no chocar contra un poste o un árbol; un golpe y el chirrido de las llantas fueron perceptibles por sus oídos. De repente el auto se detuvo, todo era total silencio. Levi soltó una maldición, analizando la situación en la que se encontraban, volteó a ver a Furlan quien parecía estar ileso aunque asustado. Él también lo estaba, pero no lo demostraba; la ocasión no lo ameritaba y era cuando debía tener una mente fría.

—¡Maldición Levi, atropellaste a una persona! —Furlan se quitó el cinturón de seguridad por reflejo, bajó la ventanilla y sacó su cabeza estirando el cuello hasta donde podía—. Veo unos pies. ¡No se mueve!

—¡Mierda! ¡Deja de gritar y bájate a ver! —ordenó Levi, ahora los nervios lo dominaban; suplicaba que esa persona estuviera viva.

Furlan abrió la puerta despacio, las manos le temblaban, volteó a ver a su amigo quien seguía sentado y agarrando con fuerza el volante.

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