VIII

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Inuyasha y los demás estaban preocupados, tristes y desesperados, llevaban cuatro días buscando algun rastro de su amiga, pero era como si la tierra se la hubiera tragado.

-Es mi culpa- hablo Sango apretando sus puños- ella...ella me salvó...y yo...yo me preocupe más por Kirara en...en lugar de ir por ella...- no pudo seguir hablando, las lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas, Miroku fue el primero en ir con ella, le dio un abrazo y trato de calmarla, aunque no era la única llorando la pérdida, el pequeño kitsune no aguanto y rompió en llanto, un llanto muy desgarrador.

Sango se alejó de Miroku y fue con Shippo, trataba de calmar al pequeño, pero no sabía cómo si incluso ella estaba llorando, el pequeño después de unos momentos se durmió en los brazos de la exterminadora, decidieron volver a la aldea, nadie dijo nada en todo el camino.

Cuando estaban cerca de la aldea, vieron a Rin cerca de ahí, pero no estaba con Sesshomaru y no sentían su presencia, Inuyasha olfateo y verificó que no estuviera cerca, pero nada, había un olor muy vago de el.

-¿Que haces tu por aquí?- cuestiono el hanyo- ¿dónde está Sesshomaru?
-Esta en el pozo- dijo simplemente
-¿El pozo? ¿Y qué hace el ahí?
-Fue a entregarle algo a la señorita Kagome
-¿Que?- realmente estaba sorprendido- ¿ella...ella está...viva?
-Si, nosotros la cuidamos durante dos días- explicó la niña a todos los presentes- luego cuando despertó se fue, y ya han pasado dos días desde aquello
-¿¡Quieres decir que Kagome está bien!?- esta vez hablo Sango con lágrimas de felicidad en sus ojos- ella...esta bien, ¡esta en su época!- se volvió hacia Inuyasha- ¡debes ir por ella, quiero verla, por favor!

Inuyasha no perdió el tiempo y se fue corriendo lo más rápido que podía, una vez llego al pozo, se detuvo abruptamente al notar que este tenía un campo de energía espiritual a su alrededor, intento pasarlo pero no podía, trato de ver si había alguien ahí, pero nada.
***
Todos tienen un corazón, incluso el, en algún lugar, muy en el fondo aún se encontraba el corazón de aquel bandido de nombre Onigumo, quien profesaba un gran amor por Kikyo, su amor fue tan grande que dio su cuerpo a los demonios solo para estar con ella, pero la sed de poder fue más grande y terminó asecinandola, y ahora que ella estaba de regreso, el corazón de aquel hombre seguía latiendo por ella, por eso es que hizo todo por desacerce del corazón, y logró sacar el corazón y transformarlo en un bebé.

Estaba realmente feliz, ahora podría matar a Kikyo, así como mato a la sacerdotisa del futuro, suponía que estaba muerta ya que, mando a Kagura para buscar algún rastro de ella y no encontró nada, en cuatro días aún no había rastro de ella, y eso le hizo muy feliz.

-Kagura- llamó a su extensión mientras miraba por la ventana de aquella habitación en la que estaba- ve por Kohaku
-Enseguida
-Y asegúrate de buscar algún rastro de la miko
-¿Otra vez?- pregunto levantando una ceja- la humana no aparece, ¿para qué seguir?
-Has lo que te digo- dijo mirándola fríamente
-Como quieras
***
Aún estaban parados en el árbol sagrado, no sabían que hacer, Kagome trato de pasar ella sola y tampoco pudo, ¿cómo era posible? Debían encontrar respuestas pero en esta época era imposible.

Cerro sus ojos unos minutos, necesitaba pensar, "se fuerte, el camino no será fácil, pero valdrá la pena por tu felicidad", recordó lo que le dijo aquella voz, ¿a esto se refería? ¿Es que su felicidad dependía de no volver al sengoku?, pero ¿qué tenía que ver Sesshomaru en todo esto?.

Junto sus manos a la altura de su corazón, con los ojos cerrados, pronto sintió que su cuerpo pesaba, y no escuchaba nada más que su respiración, Sesshomaru que se encontraba ahí presente volvió su mirada a la miko cuando ella junto sus manos en su pecho, luego vio como estaba a punto de caer y la alcanzó antes de que cayera, quedó de rodillas en el suelo con una miko desmayada en sus brazos.

La miro detalladamente, estaba respirando normal, ¿se había dormido? no, no podía ser eso, ¿desmayado? Podría ser eso.
***
Lentamente abrió los ojos y se encontró en aquel lugar blanco, donde ya había estado, esta vez podía estar de pie.

-¿Otra vez aquí?- la misma voz hablo
-Necesito tu ayuda
-¿Mi ayuda, para que?
-Yo...yo no puedo cruzar el pozo- hablo mirando hacia el suelo- al principio creí que era por estar al lado de Sesshomaru, pero luego lo intente yo sola y tampoco pude
-Yo no puedo hacer nada- confesó la voz- solo soy tu voz interior
-No es cierto- dijo con el ceño fruncido- me dijiste que alguien quería hacerme daño, y también que mi futuro era interesante ¿cómo ibas a saber todo eso si solo eres una voz en mi interior?
-Jovencita, eres muy perspicaz- dijo con una nota de burla- en este mundo hay dos presencias más además de la tuya y de aquel youkai que te acompaña, podrán pasar el pozo si las encuentran antes de la próxima luna llena
-¿Que pasara si no logramos encontrarlos?
-El se quedara en este mundo y tu...
-¿Y yo?- pregunto con un poco de miedo
-Olvidaras todo lo que has pasado, lo olvidarás a el

Su pecho dolió, no quería olvidarlo, no queria olvidar el sengoku, haría todo por encontrar esas presencias. Nuevamente sintió su cuerpo pesado y mucho sueño, se dejó llevar por aquella sensación, y cuando sintió que había "vuelto", noto que estaba sobre algo muy suave y cómodo, quizo quedarce así un poco más, la sensación era agradable, se acurruco un poco más en aquello que le brindaba tanta comodidad, pero se levantó de golpe cuando sintió un gruñido muy cerca suyo.

Vio a Sesshomaru de rodillas en el suelo, y aquello tan "cómodo y suave" no era otra cosa más que su estola, los colores subieron de golpe a su cara.

-¿Dormiste bien, humana?- pregunto con evidente enfado- hmp, la próxima te dejo caer
-¡Eres un...- no sabia que decirle, estaba muy enojada, tenía miles de insultos para el, pero no lograba articular ninguno
-¿Soy que?- pregunto levantándose y acercándose peligrosamente a ella- habla, miko
-Un idiota sin sentimientos
-Hmp- la miro de forma burlona- ¿solo eso pudiste pensar?
-No, créeme que tengo muchos insultos para ti, pero no perderé mi tiempo- hablo desviando la mirada
-¿A si, y que otro insulto?- pregunto levantando una ceja- que yo recuerde en una ocasión me llamaste "guapo"- dijo lo último gruñendo, la vio ponerce aún más roja, podría hacer competencia con un tomate y ella ganaría, eso le produjo cierta gracia y una sonrisa se formó en sus labios, sonrisa que ella vio y quedó maravillada.

Encuentros y otro destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora