Es muy tarde, pasa de la media noche. La velada estuvo muy agradable, de verdad lo fue. Conduzco en mi auto a toda velocidad. A ella le gusta la adrenalina, igual que a mí.
Nos dirigimos a mi departamento para recoger su mochila. Seguramente sus padres se enfadarán, les dije que la llevaría a casa a las once, pero en este momento no me importa mucho la reacción que puedan tener.
Una canción moderna inunda el auto. Va muy bien con la velocidad a la que conduzco. Ella lleva una falda corta, amplia. Y una blusa sin mangas, no muy escotada, muy pegada a su blanca piel.
Se mueve al ritmo de la canción. Yo lanzo miradas furtivas hacia ella mientras acelero a 150 k/h.
Se ve contenta, tal vez producto de las piñas coladas que bebió. No sé si lo hace consciente o inconscientemente pero es muy sensual.
Su risa es contagiosa pero me mantengo tranquilo, prestando atención a la carretera.
Ella está sentada, con las piernas cerradas dirigidas hacia mí. Su postura hace que me mire mientras yo conduzco esquivado los pocos coches que hay sobre el boulevard de las naciones. Es muy hermosa y no puedo evitar notar que su falda se ha recorrido un poco, producto de sus continuos y sensuales movimientos.
Al acercarme a la intersección que lleva hacia mi departamento disminuyo la velocidad lo cual me permite mirarla con detenimiento.
Me sonríe y sutilmente me toca la pierna.
-Conduces muy bien, me gusta la velocidad.
-Gracias. –Me limito a decir mientras esbozo una ligera sonrisa.
Sigo manejando, mucho más lento debido a la gran cantidad de topes y cruceros que hay en ese lugar.
Al llegar a mi departamento detengo el auto, la miro un momento, parece que quisiera decirme algo pero no lo hace.
Con un movimiento muy natural pongo mi mano derecha sobre su pierna más cercana a mí. Logro sentir el borde de su falda, la cual se ha subido aún más desde el último vistazo que le di. Noto la reacción de su cuerpo al contacto con mi piel. Se estremece.
-Espero que no tengas problemas con tus padres. Ya es muy tarde y deben estar molestos y preocupados por ti.
Tras decir eso, doy un ligero apretón sobre su pierna y un jadeo escapa de ella. Retiro mi mano con la misma naturalidad de antes. La miro y sonrío.
Bajo de mi auto para abrir la puerta de la cochera, y un minuto más tarde nos encontramos en su interior.
Apago el motor, giro mi cuerpo hacia ella y le lanzo una mirada seductora.
-¿Quieres pasar?
Su reacción es de sorpresa, tarda unos segundos en responder. Pareciera que está analizando todos los posibles escenarios dentro de mi departamento. Sus mejillas se llenan de color rojo, baja la mirada pero no creo que esté viendo algo en particular.
-Me gustaría mucho, pero mis papás no tardan en llamar.
Supuse que esa sería su respuesta así que no me sorprendo.
-Entiendo, voy por tu mochila.
Salgo del auto y subo con elegancia las escaleras mientras saco las llaves de mi pantalón. Abro la puerta y enciendo la luz. Tomo rápidamente su mochila y bajo con calma las escaleras.
Desde arriba puedo ver perfectamente sus piernas. Esas piernas perfectas que ahora están al descubierto, tal vez intencionalmente.
Subo al auto. La luz de la luna llena me permite ver con claridad su figura. Le entrego la mochila y al hacerlo tomo su mano, ella se sobresalta y abre mucho los ojos.
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Perdido en su mirada
RomanceAlejandro Rodriguez, es un atractivo chico de 24 años experto en el arte de la seducción. Él solo busca relaciones abiertas y está muy cómodo con su estilo de vida, hasta que conoce a Evelyn Mendoza. Ella es una tímida pero muy hermosa chica de 17 a...