5.

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Kristoff fingía mirar entretenido como la pequeña pelirroja intentaba atrapar una mariposa que Pabbie había creado. Siempre buscando una excusa para no observar la interacción de las hermanas, esa que años atrás le había parecido inocente, pero que ahora revelaba algo más turbio que encogía más y más su corazón.

–¿Quieres? -preguntó Anna mostrando un pedazo de pan mientras se sentaba a lado de Kristoff. 

–Estoy bien, gracias.

Ambos contemplaban la escena frente a ellos. Ninguno quería arruinar la armoniosa atmósfera que no habían podido tener desde que se vieron. Algo que Anna atribuyó a su negativa de salvar Arendelle, sin saber que aquello solo era la entrada a los caóticos sentimientos del rubio. 

–Nilsa ha crecido mucho en tan poco tiempo.

–Ni siquiera yo lo creo. El tiempo pasa volando cuando estoy con ella y Elsa. -La pelirroja sonrió –Son las personas más importantes en mi vida. 

Aquella declaración desató en Kristoff todo lo que había intentado contener desde que descubrió la verdad. –¿Y yo? ¿Dónde quedé?

–Bien sabes que Tú también eres una persona importante para mí. 

Era difícil creerle a alguien que se la había pasado ocultado la verdad, usando esa fachada de inocencia, espontaneidad y dulce sonrisa. Incluso a su ridículo corazón enamorado le costaba confiaba en sus palabras.

–No tiene caso que finjas -rompió con molestia la pequeña vara que tenía entre las manos. –Honeymaren y yo las vimos, a ti y a Elsa besándose en los labios.

La pelirroja miró rápidamente al rubio. En su rostro se reflejaba la sorpresa. –Kristoff… necesito que comprendas…

–¿Comprender? Lo que hacen está mal, Anna. Si tus padres estuvieran vivos…

–Pero no lo están -cortó rápidamente la pelirroja el monólogo del rubio. No iba a permitir que se fuera por ahí –¿Acaso crees que no se que esto no está del todo bien? ¿Qué no intenté desesperadamente borrar estos sentimientos? Tanto que en medio de ese caos, creí estúpidamente que Hans sería la solución. Cuando lo único que hizo fue generar el efecto contrario

–Lo mismo que ocurrió conmigo, ¿cierto? -aquellos ojos azules se encontraban llenos de lágrimas. –Duele saber que yo tampoco representé nada para ti.

–Kristoff, te juro que quise, y suplique a mi corazón que se enamorara de tí, pero solo late y vive por Elsa. Si tú o nadie lo entiende, no me importa, no a esta altura donde me siento más que plena.  

–¿Llamas plenitud mentirle a todo el mundo? ¿Incluso engañar a un pobre anciano troll para conseguir… a Nilsa?

–¡Oh no, Kristoff! -la pelirroja se levantó de dónde estaba sentada. –Puedes hablar todo lo que quieras de mi, pero con mi hija no te metas. No hagas que me arrepienta de haber vuelto a aceptar tu amistad. 

–Ni siquiera se porque la aceptaste, si se nota claramente que no te importo. 

–Porque creí que sería una buena forma de agradecerte. Si no hubiera sido por tu declaración aquella vez en la playa, Elsa no se hubiera acercado más a mí. 

–¡No más! -gritó parándose también del tronco caído. –¿Que no entiendes que escucharte decir todo esto me lastima?

–Jamás ha sido mi intención lastimarte. Solo quiero dejarte en claro que te amo como a un amigo, sin embargo mi corazón está con Elsa. 

–¡Es tu hermana!

–¡Y es la única mujer que me altera la razón! ¡Comprende que siempre ha sido, es y será ella!

La prueba de nuestro amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora