4.

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El colorido y cálido paisaje que se dibujaba antes sus ojos parecía sacado de una pintura. Aquel lugar provocaba una sensación de tranquilidad que llenaba completamente el alma. Si no fuera porque estaban ahí por un asunto importante, se hubiera quedado disfrutando de lo que sus ojos capturaban.

–¿Soy la única que se siente culpable de estar aquí? -preguntó curiosa Honeymaren.

–No eres la única. 

–¿Y qué haremos entonces?

–Seguir con nuestra misión. 

–Estoy dudando un poco. Es decir, mira este lugar -extendío los brazos y dio un par de giros. –Es como un paraíso. 

Ambos continuaron con su caminata en silencio, disfrutando del paisaje y la ligera brisa. Cuando visualizaron a poco metros una pequeña casa de color rojo y a una entretenida pelirroja sentada en medio lo que parecía un pequeño jardín, detuvieron sus pasos.

–Ahí está -dijo con gran emoción Kristoff. 

Segundos después Elsa salió de la casa cargando a una pequeña niña que se abrazaba a su cuello, y en su mano libre llevaba un vaso de agua fresca. Cuando la pelirroja se dio cuenta de su presencia inmediatamente se levantó del suelo, tomó el vaso y depositó un juguetón beso en los labios de su hermana. Un acto que dejó completamente estupefactos a Kristoff y a Honeymaren, quienes no se dieron cuenta en qué momento las tres mujeres entraron a su hogar. 

–Honeymaren, vamos de aquí. 

–¿Qué? ¿Por qué? Al fin las hemos encontrado.

–¿Que no viste? -preguntó un molesto Kristoff. –¡Nos abandonaron por esto!

–No podemos estar seguros. Desde aquí pudimos haber visto algo que no era.

El rubio no podía creer en las palabras de la morena. No ahora que comprendía con claridad las actitudes que Anna siempre demostró para con Elsa. Aquel deseo intenso de ir siempre tras de ella, añorando ser parte de sus días, intentando a toda costa demostrar la valentía que poseia a pesar de ser un simple humano. Aquella era la actitud de alguien que con todas sus fuerzas deseaba conquistar el corazón de su ser amado. Un sentimiento que él comprendía perfectamente.

–Si tu quieres creer eso, adelante. Yo me marcho.

–¿Qué es lo que te molesta realmente? ¿Creer que no nos ayudarán?¿O saber que jamás tendrás el amor de Anna? 

–…

–Te recuerdo que no estamos aquí por ti o por mi. Hemos venido por tu pueblo y mi pueblo. 

–¿De verdad crees que nos ayudarán? Nos han abandonado por un año dejándonos a merced de un anciano desquiciado. Para hacer este tipo de... cosas

–No me importa lo que estén haciendo. Solo necesito un sí.

Honeymaren dio media vuelta y empezó a caminar, sin importarle que el rubio la seguía o no. Ella había hecho ese largo viaje para encontrar y llevar a casa a las únicas personas que podrían volver a sembrar la paz. Así que, no se iría de ahí con las manos vacías. 

Con la mano temblorosa tocó la gruesa madera. Solo necesito esperar unos segundos y la puerta se abrió, dejando ver a una desconcertada Anna. 

–Hola, princesa -saludó con timidez. 

–¿Honeymaren?…

–Seré breve. Arendelle las necesita. El duque de Welsinton a planeado un ataque al valle de los espíritus. Quiere conquistar las tierras y la magia que ahí habita. Algo que no debemos permitir. 

La prueba de nuestro amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora