-Capítulo 19-

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POV GENO

Antes no consideraba el tiempo que pasaba para mí, porque ante mis ojos parecía que alguien superior al jugador había dejado en pausa mi vida y yo solo opté por sentarme a esperar el fin de la oscuridad. 

Alguna parte de mi existencia sabía que estaba obligado a recorrer todo este infierno que yo mismo había creado con mis propias manos, sin tener la opción de retornar no sin antes recibir todos los castigos a consecuencia de las opciones que escogí durante toda mi jodida existencia. Todo por culpa de mi maldita desesperación que tomó control sobre mí al verme tan débil; me obligó a ir en contra de la programación, lo que me llevó a ser arrastrado a un mundo que se asemejaba a mis sentimientos más profundos.

Recuerdo que hubo veces en las que imaginaba lo beneficioso que hubiera sido si yo no hubiese obtenido la capacidad de recordar cada reinicio; comenzando así a alucinar situaciones donde me veía compartiendo bellos momentos con mis amigos en esos tiempos, volviendo a revivir esos momentos en las que molestaba a mi hermano con mis malos chistes...o pasando el rato con la señora Toriel a pesar de tener una puerta en medio. Que envidia sentía hacia los demás que no tenían idea de que a ese humano que protegían tanto...él los veía como sus juguetes. Estaba muy seguro de que si hubiera vivido sumergido en la ignorancia como los demás...estaría ahora mismo recostado en mi puesto de trabajo mientras recibía reclamos del gran y poderoso Papyrus.

Seguí con esa rutina hasta que hubo un día en el que dejé de dormir despierto, un día en el que me cansé de seguir esperando a que algo me pasara y terminara de una vez conmigo, un día en el que decidí cambiar mi final a mi conveniencia. Admito que jugué sucio en un montón de ocasiones y que al estar cegado por mis propios deseos me puse a jugar con los sentimientos de los demás, así como ese sucio humano. Es por estos actos que en repetidas ocasiones me caía, y cada caída dolía más que la anterior, sin embargo, fingía demencia y volvía a empezar.

Sé que debí aceptar mi destino como los demás personajes de este multiverso, pero es que era tan frustrante estar sentado en medio de la nada sin que nada sucediera y que lo único que estaba en mi campo de visión era inmensa oscuridad; encima tenía que compartir mi espacio con el humano que había provocado estos sentimientos en mí. Es que no podía aguantar más ahí, tenía que hacer algo al respecto sino iba a volverme loco; ya que no estaba preparado para recibir este castigo.

No sé con exactitud el día en el que ese ser que me hundió en mi propia miseria fue el mismo quien me dio otra oportunidad de vivir; y me dejó ver a las personas a quienes había estado buscando por tanto tiempo. Recuerdo como mis cuencas no dejaban de brotar lágrimas y que a mi alrededor estaba mi familia tratando de esfumarlas.

Fue complicado pero al final conseguí cambiar mi destino a uno en el que puedo dormir en paz sin tener que preocuparme por lo que sucedería el día de mañana.

Y luego me surgió una duda que no me dejaba disfrutar de mis noches tranquilas: "¿Acaso era posible sentirse solo a pesar de estar rodeado de tanta gente?" No entendía porqué esta pregunta me atormentaba cada que la soledad me hacía compañía. No me sentía solo, al contrario, irradiaba felicidad cuando pasaba tiempo con los seres más cercanos a mí; por lo que siempre me quedaba confundido ante esta pregunta.

Hasta que me encontré con alguien que me lo aclararía.

Siempre había creído que el Dios de la Muerte era alguien que arrebata almas por mero placer, que la palabra "compasión" no se hallaba en su vocabulario y que su único objetivo era ver los universos en caos y destrucción; pero me equivoqué. Porque cuando me topé con él por primera vez, y miré fijamente sus cuencas carentes de pupilas; pude notar en toda esa oscuridad un inmenso dolor que cargaba dentro de sí desde quién sabe cuánto tiempo, y que hasta ahora no había conseguido librarse. Desde hace siglos atrás varios habían dicho que los Dioses eran inmortales, pero este parecía estar al borde de la muerte (que ironía); sentía que en vez de tener a alguien frente a mí, solo tenía en mi delante varias piezas de un plato roto, y sin alguna explicación sentía una gran necesidad de juntar todos esos pedazos uno por uno y ver quién era realmente este monstruo que buscaba mi fin sin éxito.

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⏰ Última actualización: Jan 07, 2023 ⏰

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