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Sábado 8:00 a.m

Sus ojos se abrían con pesadez, logro conciliar el sueño pero no lo necesario. Estaban hinchados por la cantidad de lágrimas derramadas y los recuerdos de la noche anterior regresaban a su cabeza. Quiere volver a llorar y no lo logra, se siente seco.

Sintió los brazos de Yukhei en su cintura, los acarició, el mayor era la única persona que tenía. El único amigo que tuvo en el jardín de infantes, quien lo defendía de los demás niños del orfanato quienes lo molestaban, solo por ser un niño tímido.

El infierno no sé detenía ahí, había personas más grandes, en su mayoría hombres. Quienes visitaban el orfanato, pareciera que Hendery se hacía de la vista gorda. Pero en su interior deseaba no vivir eso en carne propia, lastima que este deseo no se pudo cumplir.

Yukhei al fin despertó pero no dijo palabra alguna, sabía que el mayor de sentía culpable, para el no era así. El mismo debería sentirse así, no supo cómo defenderse, definitivamente se consideraba un débilucho.

Nadie decía nada, pero el silencio no era incómodo, solo querían quedarse ahí, haciéndose compañía.

El cerdo cruzó las grandes puertas, KunHang se aferró a Yukhei y al gato de peluche. Quería contener sus lágrimas, al hacer un mínimo movimiento su cadera comenzó a doler.

El mayor reía con descaro, solo les aviso que saldría por unas horas, había ordenado pizza para el almuerzo y preparo huevo para desayunar.

No sé preocupaba si los pequeños intentarán escapar, todo estaría cerrado con llave.

Al estar totalmente solos, Yukhei ayuda al menor a levantarse para dirigirse al baño y tomar una ducha. Una vez allí, ambos se despojaron sus prendas; el agua tibia recorría sus pequeños cuerpos, KunHang tenía las mejillas rojizas al estar desnudo frente a su mejor amigo. Al terminar, volvieron a la habitación, se vistieron y ordenaron la pieza.

En el orfanato, además de darles una  educación, tambien aprendieron hacer las responsabilidades de un niño o niña de su edad. Cuando todas las cosas estaban acomodadas en sus respectivos lugares a excepción de un títere de calcetín, forrado de peluche. Las manecillas marcaban las 9:00 a.m, y en vez de bajar a desayunar lo que les cocinó aquél hombre, Lucas le vino algo a su cabeza.

—¡Tengo una idea, Dery! — gritó entusiasmado el mayor. — Con este juguete y tú peluche, hay que crear un cuento, como los que solíamos hacer en ese lugar, ¿quieres? — los ojitos del menor se llenaron de brillos, adoraba esa actividad, junto a Yukhei, era la forma de olvidar un mal momento o algo más horrible. Así que solo movió su cabeza de arriba-abajo en forma de asentimiento.

Después de una hora, sus estómagos rugían, avisando que debían ser llenados, se levantaron del suelo. Pausado su divertido juego, lavaron sus manos y al estar en la cocina, comieron sin importar que la comida estuviese fría, dejaron los platos en el lavabo; al estar los platos totalmente limpios, los dejaron en el escurridor, regresaron a la enorme habitación.

Fᴏʀ A Bᴇᴛᴛᴇʀ DᴀʏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora