Destino. Tercera parte.

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El ambiente se podía palpar cada vez más tenso, el señor Bills se concretó a mirar fijamente al asustado saiyajin, el cual evidentemente se notaba cada vez más nervioso
- ¿Me permites?-Inquirió en modo extrañamente afable el dios -Descuida que nada habré de hacerle, no es mi intención destruirla. Más si te atreves a desafiarme o hacer algo estúpido, no dudaré en volar este mundo hasta no dejar si quiera rastro de polvo.
-Yo creo que no será necesario recurrir a las amenazas- Interrumpí inmediatamente intentando calmar la situación.
-Esta bien, pero deben ser cuidadosos es tan solo una bebé. No lo olviden-respondió el guerrero. Así que tímidamente posó a la pequeña en los brazos del señor Bills; debo decir que la reacción de este al instante fue bastante extraña... Bueno, más bien desconocida.
Era la primera vez que notaba esa expresión de inmensa serenidad, era casi como si aquel indefenso ser le hubiera sumergido en alguna clase de extraño trance; y al parecer yo no fuí el único en notar aquella peculiar situación...
Por otra parte, la madre de la bebé se notaba cada vez más tranquila al comprobar que su preciada hija no corría peligro alguno -¿Puedo ofrecerles algo de comer ?- Pregunto ella al sentir un poco más de "confianza"
-¡Por supuesto! Hemos llegado de muy lejos, el olor de la comida es bastante bueno y tengo un hambre como si hubiera dormido muchos años...
Pasamos a una mesa enorme donde el resto de los invitados estaban celebrando tal acontecimiento, las risas, las muestras de camaradería (entendí ahí lo que mi hermana mayor trataba de decirme, sobre lo preciada que es la vida de los mortales, pues a pesar de ser un suspiro en comparación con nuestra existencia ellos suelen vivir de forma más placentera por el hecho de ser más libres)

I. Melekki.

De entre todos los hijos del cielo hubo una vez un ángel que destacó por una cosa: Fue el primero en sentir eso que llaman amor.

Melekki, nombrada así por mi madre existió mucho tiempo antes que el resto de nosotros. Corrían tiempos bastante difíciles en aquel entonces pues quizá por falta de planeación en ese difícil arte de dar vida era casi imposible controlar a la creciente población mortal. Y como era de esperarse alguien debía hacerse cargo de las amas de los mortales una vez sus vidas llegaban al final.
Desgraciadamente está fue la tarea que se le encomendó a mi hermana por muchos siglos; cansada de todo esto pidió ser liberada de su agobiante labor, pues ella sentía en el fondo que podía contribuir de otra forma.

Eventualmente mi madre logro salirse con la suya y enviarla a vigilar un poco nuestras actividades (Tengo el ligero presentimiento de que ella estaba plenamente conciente de lo que ocurriría más adelante)
Su primera tarea de mi hermana mayor fue supervisar a mi melliza Vados en el universo 6. Al llegar Melekki estaba encantada de disfrutar de todo eso que solo podía permitirse ver detrás de un camafeo.

Pasado un tiempo, ella conoció a un guerrero que se ganaba la vida como mercenario, el tipo no era malo en el fondo. Había tenido una vida bastante difícil por su condición de mitad alienígena y mitad terrícola; y pese a las advertencias lanzadas por nuestro padre de no intimar demasiado con los mortales, mi hermana quedó prendada de aquel hombre. Todo el asunto no hubiera pasado a más de no haber sido que aquel hombre también se enamoró de ella...
Las reglas quizá no eran tan estrictas como antes (Tenías la opción de elegir si querías ser un mortal o no. Ahora simplemente "desapareces")
Tras la muerte de este mortal mi pobre hermana no lo pensó ni dos veces para unirse a el en el viaje... Se acordó una serie de cosas y el resto es historia.
Ella ya no recuerda lo que fue alguna vez, pero de vez en cuando suelo toparme con ella y ver que no la pasa tan mal en sus reencarnaciones.

(...)

No sé porque el asunto de mi hermana se vino a repentinamente a mi mente.

Si algo así ocurriese de nuevo pero con mi alumno supongo que sería un poco menos complicado, a los dioses de la destrucción no se les restringe tanto este tipo de asuntos...Lo único complicado es que paulatinamente el tiempo haría de las suyas al final.

—  ¡Oye Wiss! Esto está realmente delicioso. Creo que vendremos más seguido a este lugar.

—Es verdad, la comida es tan deliciosa... Tengo que aprender a cocinar esto.

— ya lo hará la hija de ese saiyajin por nosotros. Volveremos en unos años más a vigilarlos más de cerca ¿Que te parece?

Y de ese modo fue... Pasaron unos meses volvimos, los meses se convirtieron en años... Y sin darnos cuenta 20 de ellos habían transcurrido. Así es como también pude en encontrar en un saiyajin llamado Goku un potencial sucesor para Bills.

Cosa de suerte o simplemente lo que Melekki solía decir: Todo es cosa del destino.

El destino de la LunaWhere stories live. Discover now