Destino. Segunda parte

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—¿Con que esta es la tierra?, debo admitir que es un sitio bastante agradable, el clima es perfecto para tomar una larga siesta— Me dijo el señor Bills basta complacido, era la primera vez que encontrábamos semejante mundo, tan vasto, tan maravilloso. Alguna vez le había oído decir a una persona que el mundo de los mortales es misterioso, es diverso, tan lleno de un seductor encanto—Pero dime Wiss ¿Exactamente dónde está el hijo del rey?

—No muy lejos de aquí— Por desgracia había calculado un poco mal la distancia, así que no quedó otro remedio más que volar, hasta que topamos con un muelle, el mar abriéndose ante nuestros ojos nos produjo un embalsamiento casi instantáneo.

—Que hermoso color, ¿No te parece?, realmente sería una pena destruir este sitio tan maravilloso— Pensando si el príncipe se negaba a saldar la cuenta que le había sido heredada por su padre.

Fue entonces que le indique a mi amigo que la familia real estaba ubicada a bordo de un enorme y extraño navío— ¿Cuánto más tendremos que volar wiss?— Me dijo un tanto fastidiado.

—Descuide, será lo último, lo prometo — Le dije.

En aquel sitio había mucha gente reunida, todos parecían contentos ya que cantaban reían, comían y bebían a sus anchas; pero al parecer toda esa algarabía terminó en cuanto nos vieron llegar.

Inmediatamente de entre la callada muchedumbre una mujer de cabello azul se abrió paso —Hola ¿Podemos ayudarles en algo?— Dijo en un tono bastante cortes.

—Disculpen si interrumpimos algo importante, pero...

— Descuiden, estamos celebrando el nacimiento de mi hija menor, pero pasen deben estar hambrientos. Seguramente son amigos de mi esposo.

Al parecer aquella mujer no estaba consciente de la razón de nuestra visita — Ella es la esposa del príncipe ¿Cierto wiss?— Me susurró el señor Bills — Es demasiado mona ¿Cómo fue posible que una mujer así terminara con un tipo como ese?—Yo no supe que responder, pues casi ninguno de nosotros somos capaces de comprender aquel tipo de sentimientos...Casi ninguno « El amor es algo bastante complicado, te hace feliz pero de igual forma te hace sentir un enorme sufrimiento, es una clase de fuego que quema...Pero te gusta » —Supongo que por eso los mortales dicen que el amor es cosa de ciegos.

—¿Amor? El amor solo es invento de los mortales para no estar solos.

—Supongo.

En cuanto sirvieron un poco de comida, mi amigo no pudo disimular su felicidad (Estaba muerto de hambre, y bueno era lógico pues después de tantos años sin probar alimento cualquier cosa debería saberle bastante sabroso), de igual forma decidí acompañar a Bills en su pequeño viaje gastronómico. ¡Y vaya, que buena estaba esa comida! Tanto, que por un momento casi me olvidaba de mis modales.

Poco después el ambiente cordial y alegre regresaba a la normalidad, y bueno, nosotros no desaprovechábamos la oportunidad de comer cuanto podíamos. — Veo que tienen mucho apetito, ¿Vienen de muy lejos? — Cuestionó nuestra anfitriona — Comen tanto como mi esposo y mi amigo Goku.

—¿Te refieres al mismo que acabó con el viejo Frezeer?

—¡Vaya! Sí que están enterados de lo que pasó.

—No es un secreto para nosotros querida — Le respondí.

—¿Les gustaría conocer a mi hija?— Al oír eso ambos nos quedamos en silencio, mi amigo me vio con bastante seriedad, como preguntándome si sería buen momento para decir el motivo de nuestra visita.

—¡Por supuesto! — Dije para romper el incómodo silencio de ambos. La mujer se dio media vuelta con un gesto amable en el rostro, y poco tardó para regresar con una bebé en los brazos.

—Ella es mi hija, se llama Bra— Aquella criatura era tan pequeña y dulce, tenía el cabello tan azul como su madre...Tan azul como el aquel mar y sus ojos igualmente eran de ese color, serenos y profundos — Adelante, pueden cargarla— Extendió un poco sus brazos para que alguno de los dos pudiésemos sostener a la pequeña y para mi sorpresa fue el mismo Bills quien se armó de coraje para sujetarla con delicadeza entre sus brazos.

—¡Mira Wiss!— Exclamó con un tono suave — Es una dulzura, pero es tan pequeña como para venir con nosotros.

Al escuchar esto la mujer exclamó bastante contrariada — ¿Cómo que venir con nosotros?

—Ahhh, si le explicaré—Supongo que la hora de la verdad había llegado— Es algo que su esposo el príncipe Vegeta le debió de haber comentado

—Pero...Pero no pueden llevarse a mi hija.

—Si pueden Bulma— Se escuchó una voz detrás, era el mismísimo príncipe Vegeta— Tenemos que hablar— Su semblante lucía tan serio, y no era para menos pues sabía perfectamente quienes éramos nosotros — Todo se debe a una promesa que hizo mi padre hace mucho tiempo.

—¡Pero tu padre fue quién hizo la promesa, esto no tiene nada que ver con nosotros!

—¡Déjate de tonterías!, ¿Acaso quieres que nos maten?—El trataba de esconderlo, pero en el fondo estaba tan o más asustado que su mujer. Asustado de nuestra presencia, de lo que podía hacer Bills si lo hacían enfadar; pero sobre todo, estaba aterrado porque estaba consciente de que estaba a punto de perder a su pequeña hija.

El destino de la LunaWhere stories live. Discover now