-Decearias no haberme conosido tana? - preguntó saint, con las emociones atoradas en la garganta.
- Claro que no..... Yo preferiria que estubieras muerto - contestó con honestidad.
«No importa cuán estrecha sea la puerta,
Cómo cargado de castigos...
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Soñaba despierto, mientras se deslizaba con sus dedos en uno de sus más exitosos libros, pestañeaba ideas que burbujeaban seductoras en su cabeza.
Ideas que no lo dejarían dormir hasta que las plasmara,temía olvidar también que imaginaba, siempre era lo mismo,diferentes personajes que representaban a la misma persona.
Al mismo tipo de ojos negros.
Él que se paseaba con piel canela por su cabeza,arrugas en la comisura de sus ojos al sonreír.
Los mismos labios gruesos, el mismo fino aroma de su colonia la caricia de su piel y la perfecta sombra de su silueta a contra luz.
La perfecta definición de arte su musa.
Nunca se cansaba de recordarle, aquel angel era aquello que siempre quería plasmar y jamás conseguía.
Historias que no están ahí,personas ideales que no existen ¿ y si él tampoco existió?
Y si Perth solo fue una mala jugada de su imaginación.
No. Sus manos estaban seguras de haberlo tenido y sus oídos averlo escuchado jadear su nombre, suave como caricias bajo el agua tibia de la bañera, como una taza de café con canela y piloncillo.
Fue tan real como una fogata y rosas negras,como capas rojas y placer carnal.
Recuerdos vagos que se volvían borrosos con el transcurso de las copas de vino.
Una, dos o tres botellas de vino, y acababa tumbado sobre sus borradores en libretas bañadas de arrepentimiento ¿Que mierda hiso todo este tiempo? Como busco felicidad, si ya la tenia a el alcance y ahora solo muerto podría. Quizás llegar a estar cerca.
Eso sí no hiba al infierno por hacerlo sufrir así.
Estaba tan arrepentido. Aun las lágrimas no se le terminaban seis meses después de aquella llamada ¿ ahora que haría sin él? ¿Por qué fue tan estúpido?¿Que buscaba?.
Y reía a ratos, cuándo recordaba la pelea del bar y aquellos celos que por orgullo jamás le hiso saber a perth, siempre lo odio era tentación tan solo con caminar y Saint prefería hacerse ciego para no morir de un ataque de celos.
Pero moría por él.
Por cada arrebato por cada palabra por la vulnerabilidad, por eso único que era él.
Era.
Por que no podría volver a ser, por que habia partido y no sabía ni como había perdido la vida.
El tambien quería irse, para estar juntos, ahora si quería estar con él y sus constantes autoreproches internos no lo dejaban dormir sin tener pesadillas que lo hacían gritar.
Paso las manos sore su melena sintiéndola estorbosa, no hacía más que tirar de ella por que no se sentía como las carisias de él, miró hacia el baño, camino despacio con las mejillas húmedas, en una delgada camiseta y unos boxers blancos pies descalzos, labios partidos.
