Capítulo 11

29 8 7
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Cuando pensé que el día no podía empeorar, mi teléfono comenzó a sonar mientras dejaba a cada uno en su casa. Peter tuvo que ocupar mi lugar mientras Val me consolaba, en vano. Con cada llamada perdida y cada mensaje sin leer por parte de Luka, mi desesperación aumentaba. La preocupación era tal que empecé a pensar lo peor y eso solo me hizo sufrir más, si es que era siquiera posible. Sin embargo, cuando lo vi, sentí que podía respirar de nuevo y el dolor era casi tolerable.

En la mañana, el murmullo de mis amigos fue la causa de que me despertara, y cuando salí, todos se callaron.

—Buenos días, Rae —dijo Luka acercándose a mí. Se notaba que tenía miedo de dar un paso en falso.

—Buenas —murmuré y miré a Val—. ¿El bolso está listo?

—Todo preparado —asintió—. El vuelo sale en tres horas.

Regresé los ojos a la persona que tenía adelante mío, pero habló antes que yo.

—Sabes que no debería ir, que es peligroso, ¿cierto? —asentí y mi labio inferior tembló un poco—. Aun así, lo haré.

Mis ojos se abrieron tanto que no pudo evitar soltar una carcajada.

—¿En serio? —susurré sorprendida.

—Por primera vez me necesitas más que yo a ti, y no pienso priorizar a nada ni nadie más.

—¿Ni a Francis? —pregunté en voz baja antes de que me abrazara.

—Mucho menos a Francis —contestó para luego dejar un beso sobre mi cabello.

Permanecimos entrelazados por un largo periodo de tiempo, pero cuando mi estómago hizo presencia, nos separamos.

—Creo que tengo hambre.

Dicho esto, un tazón con ensalada de fruta apareció frente a mí.

—Come y vamos —me dijo Luka haciendo que sonría un poco.

Cada vez que mi cerebro intentaba pensar en mi padre, trataba de ocuparlo con algo más, con cualquier cosa. A veces era casi imposible, a veces mi mirada cambiaba y dejaba de hablar, y nadie podía hacer nada al respecto.

El viaje al aeropuerto fue raro, demasiado. La música no ayudaba a calmar el incómodo silencio y yo estaba ansiosa por llegar. Cuando pasó, bajamos mi bolso y el de Luka, el cual en realidad tenía ropa de Zane, y ellos nos acompañaron hasta que el anteúltimo paso.

—Falta media hora, deberíamos ir a esperar cerca de la puerta —comentó Luka, a lo que asentí.

—Gracias por todo —dije abrazándolos uno por uno—. Te devolveré cada centavo.

Val sacudió la cabeza con el ceño fruncido.

—Para nada, cariño. Es un regalo, ve y disfrútalo, ¿sí? Te quiero.

Otra vez tú ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora