Capítulo 1

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7 de julio del 2020

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7 de julio del 2020


Si había algo que odiaba profundamente era llegar tarde. Miré el reloj en mi muñeca por milésima vez: 09:01. Había pasado un minuto desde el momento en que entré hasta que pasé la tarjeta por el escáner, el cual marcaba mi llegada a la oficina. Mis zapatos de taco aguja sobre el mármol no ayudaban, y ni hablar de la pollera tubo, así que tardé otro par de minutos en llegar al ascensor. El lugar era inmenso, todo parecía estar lejos cuando caminar no era una tarea sencilla y lo pisos resbaladizos. Apreté el botón que marcaba el cinco quién sabe cuántas veces, hasta que este se cerró y comenzó a moverse.

La punta de mi zapato golpeteaba el suelo sin descanso y los segundos pasaban más lento de lo normal. Cuando finalmente se detuvo, las puertas se abrieron, y ante la ansiedad de querer llegar, casi me llevaba a alguien por delante.

—¡Lo siento! —exclamé mirando la taza de café y la camisa blanca con espanto.

Una carcajada inundó mis oídos haciendo que levante la vista. Unos ojos negros y unas largas pestañas me recibieron cálidamente.

—No pasó nada, tranquila —murmuró antes de alejarse un poco—. Soy Luka, bienvenida.

Extendió su mano, la tomé y mi cartera se deslizó hasta la suya. Me apresuré a ponerla en su lugar, soltándolo, mientras sentía cómo mis mejillas se teñían de rojo.

—Val —mencioné en voz baja, el nerviosismo amenazando con hacerme tartamudear—. ¿Sabes en dónde queda el sector de ventas?

Miró su taza, rio una vez y se notaba que intentaba no sonreír. Volvió a posar sus ojos sobre mí y asintió.

—Acompáñame.

Giró y comenzó a caminar, pasando por las oficinas, los cubículos y todos esos ojos posados sobre mí. Mis zapatos no ayudaban, me estaba quedando atrás y me di cuenta de que lo notó cuando se detuvo para mirarme. Bajó la vista a mis pies por un segundo para luego tenderme su brazo. Sonreí tímidamente y lo tomé. No me sorprendía sentir que tenía músculos, pero era bueno saber que le gustaba ejercitar. Ya teníamos algo de qué charlar.

—Bienvenida a Ventas —dijo extendiendo los brazos.

Me quedé en la puerta observando. Había más de diez escritorios, cada uno con su respectiva computadora, y todos estaban ocupados, excepto dos. La mayoría estaba en plena llamada, cosa que agradecí.

—¡Bienvenida! —exclamó una mujer rubia de ojos claros corriendo hacia mí—. Me llamo Valery, ¿y tú?

—Val —contesté correspondiendo su abrazo.

—Este es el tuyo —señaló Luka haciendo que Valery se separe—, y ese es el mío.

Señaló otro no muy lejos, pero no lo suficientemente cerca como para hablar sin molestar.

Otra vez tú ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora