—¿Qué Alex Morgan se ha ido dónde? —preguntó Tobin Heath, levantando súbitamente la cabeza al oír la información que acababa de darle su secretaria.—A Wyoming. Llamó hace una hora para cambiar la cita de la declaración —repitió Lydia Alien, con un aspecto muy alegre.
Si Tobin no hubiera sabido que era imposible, habría pensado que Lydia se alegraba de que esa tal Alex se hubiera escapado de sus garras. Miró a la mujer, que se le había asignado como secretaria cuando entró a trabajar para Whitefield, Masón y Lockart, hacía siete años, y frunció el ceño. Por aquel entonces, ella llevaba con la empresa veinte años y había afirmado que siempre la asignaban como secretaria de las últimas incorporaciones al bufete para asegurarse de que se adaptaban bien a la empresa. Lydia seguía con Tobin porque juraba que a una secretaria menos experimentada le resultaría imposible trabajar con ella.
—¿He dicho yo que se podía cambiar de fecha? —preguntó, muy irritada.
—Ha estado en los tribunales todo el día —afirmó Lydia, sin sentirse en absoluto intimidada por su brusco tono de voz— Estas cosas se cambian de fecha continuamente.
—¡No para que una delincuente se marche de vacaciones a Wyoming!
—No puede estar segura de que Alex Morgan sea una delincuente. ¿Recuerda eso de «Inocente hasta que se demuestre lo contrario»?
—No necesito que una abuela me recuerde los principios fundamentales del Derecho —replicó Tobin, tratando de refrenar su mal genio.
Como siempre, Lydia no prestó atención alguna al insulto.
—Tal vez no, pero le vendrían muy bien unas cuantas verdades. Yo he comido en ese restaurante, como la mayoría de los socios de este bufete. Si usted no estuviera tan obsesionada por su trabajo, usted también sería una cliente frecuente. La comida es fabulosa. Alex Morgan no es ninguna ladrona.
Así se explicaba la actitud de Lydia. Conocía personalmente a la mujer y desaprobaba la determinación de Tobin de vincular a Alex con los delitos de su socio. Teniendo en cuenta lo blanda de corazón que era su secretaria, seguramente había llamado a Alex para advertirle que se marchara de la ciudad.
—Dices que no es una ladrona —comentó Tobin, con engañosa suavidad para luego ir a la yugular—¿Te importa decirme cómo has llegado a esa conclusión? ¿Tienes una licenciatura en Psicología, tal vez? ¿Acceso a los libros del restaurante? ¿Tiene pruebas que la eximan de toda culpa?
—No, no tengo pruebas. Y usted tampoco, pero, al contrario que algunas personas, sé juzgar muy bien el carácter de las personas, Tobin Heath.
Tobin tuvo que admitir que era así normalmente.
—En cuanto a ese Roberto —prosiguió la secretaria— sí me creo que haya robado a las personas. Tiene la mirada furtiva.
—Gracias, señorita Marple —dijo Tobin, con cierto desprecio—Roberto Rinaldi no era el único que tenía acceso al dinero.
Una buena parte de ese dinero parecía pertenecer a la madre de Tobin. Aquel hombre la había engañado con su encanto. Tobin no había explorado la verdadera naturaleza de la relación, pero conociendo a su madre, seguramente no había sido platónica. No era menos consciente que su padre, antes del divorcio, de las faltas de su madre, pero hacía todo lo posible para evitar que le robaran de aquel modo.
—Es Roberto el que ha desaparecido —señaló Lydia—Debería de estar concentrándose en él.
—Lo haría si pudiera encontrarlo. Y esa es precisamente la razón por la que quiero hablar con Alex Morgan. Tal vez sepa dónde está. Ahora, gracias a ti, ni siquiera sé dónde está ella.
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¿Culpable o Inocente? (Cinco Amigas 03)
FanfictionAlex Morgan estaba huyendo de sus problemas y necesitaba el apoyo de sus viejas amigas. Pero parecía que los problemas la habían seguido hasta su casa de Winding River. La abogada Tobin Heath había seguido su rastro desde la ciudad y no tenía la...