Capítulo dieciséis.

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Sigo siendo un desastre, pero contigo un poco mejor

–Ron Israel.

Nunca me imaginé estando así, con una chica increíble, en un lugar lejano que parecía el paraíso y estando enamorado. Era impresionante las vueltas que da la vida, hace poco se murió mi padre y hoy estaba con la chica más extraordinaria que había conocido.

Aunque, no todo es color de rosa, no todo es duradero, yo me debía ir de este paraíso, había pasado suficiente tiempo lejos de mis obligaciones y no estaba seguro si Eider me acompañaría.

No sabía si ella quería dar ese paso conmigo, yo si quería, pero no deseaba asustarla.

Aun habían cabos sueltos que ambos debíamos resolver, pero el amor no se encuentra todos los días y no estaba dispuesto a dejar esto único que Eider y yo compartíamos.

Aunque si ella me lo pide, me quedo a su lado para siempre.

—Uriel… Uriel… —escucho esa voz que me encanta decir mi nombre.

Levantó mi mirada y veo a esa chica que hace unas semanas estaba llena de inseguridades.

Me sonríe de una manera angelical y es cuando me rindo, ella me tenía a sus pies, estaba enamorado y no pensaba ocultarlo.

— ¿En qué piensas? — 

—Te amo —

Decimos al mismo tiempo.

Su mirada era tan expresiva que lograba ver a través de ella, estaba sorprendida, pero no me era indiferente.

—No espero que me…

—Te amo —solo pude sonreír y levantarme de la arena para rodearla con mis brazos en un abrazo, dándole a demostrar que no deseaba soltarla.

Fue la manera más bonita en la que me pudo haber interrumpido. Mi corazón no dejaba de latir tan fuerte, hasta llegue a temer porque se escuchara.

La mañana y la tarde se nos fue en un abrir y cerrar de ojos, hicimos de todo un poco, nadar, conocer más lugares de Capri, comer, bailamos y aun no creía que me había convencido de esta última, ya que no era un buen bailarín, pero no me importo hacer el ridículo en cuento ella sonriera de esa manera hermosa, demostrándome la suerte que tenía al tenerla.

Ahora nos encontrábamos en la cabaña arreglándonos para salir a un club, desde que habíamos llegado a Italia ninguno había ido a alguno, así que pensamos: ¿Por qué no?

Me había puesto una camisa de botones de color vino la cual resaltaba mi piel, con un pantalón caqui negro, correa del mismo color del pantalón y un parte de zapatos casuales negro; para mí cabello solo agarre un poco de gel y con la yema de mis dedos lo eche hacia atrás, un reloj omega—que amaba —y por último, unos toques de perfume no podían faltar.

Mientras esperaba que Eider estuviese lista, hablaba tonterías por el teléfono con Peter y Polo, pero cuando la conversación se fue poniendo cada vez más seria, algo dentro de mí empezó a preocuparse.

Conversación:

Conversación:

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⏰ Última actualización: Dec 25, 2020 ⏰

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