Déjame llorar hoy, mañana volveré a fingir que estoy bien.
Eider.
Un día más en donde estoy viva, mis pulmones se llenan de aire y respiro con normalidad sintiendo todo lo que se encuentra a mí alrededor. Otro inicio de semana donde tengo que dar todo de mí, otra vez las misma horas que debo de cumplir en la universidad y una vez más, donde tengo que hacerle frente a mis problemas.
Un nuevo amanecer aparece ante mis ojos y presiento, que este día promete tantas cosas que por un segundo, hasta me da miedo vivirlo, pero que puedo hacer; así lo siento. Con mis manos estrujó con cuidado mis ojos para intentar quitar un poco de sueño de ellos, me levanto con cuidado de mi cama y me dirijo hacia el baño que se encuentra dentro de mi habitación; estando dentro del me lavo la cara y me cepillo los dientes, no puedo evitar verme en el espejo y notar como los círculos oculares que se encuentra arriba de mi nariz están rojo, y eso solo me hace pensar en la noche que pase: Una llena de dolor y llanto, una de muchas.
Ignoro lo anterior, regreso a la habitación acomodo mi ropa de hoy y busco mi toalla, me devuelvo al baño, tomo una ducha la cual se hace increíblemente extensa y en la cual no puedo evitar llorar en silencio.
No puedo seguir así.
Me estoy haciendo daño.
No puedo evitar decirme internamente. Pero, sé que me diga lo que me diga las cosas seguirán igual.
Me termino de bañar, me alisto en la habitación y al terminar, escucho movimiento en la cocina y eso me saca una sonrisa. Al menos en este lugar tengo una persona con la cual distraerme, aunque ella realmente no sabe nada. Agarro mi bolso y algunos libros sobre las clases que me tocan hoy, y salgo de la habitación sin olvidarme de pasarle llave.
Cruzo el mismo recto pasillo de todos los días, el cual ha sido un gran apoyo desde hace más de un año... Al fin llego al comedor y veo como mi amiga, Valentina; muy energética prepara el desayuno mientras escucha música con sus audífonos con Bluetooth. Estaba tan inspirada cantando el último éxito de Ariana Grande, que ni se dio cuenta cuando llegue y la empecé a grabar con mi celular sin poder evitar reírme.
– ¡Ei! casi me matas de un infarto–dice con sus ojos a punto de salirse, mientras se lleva una de sus manos a la zona donde está su corazón. En tanto yo ante esa escena y la anterior no puedo dejar de reír–Para la próxima aunque sea has ruido y ni se te ocurra subir ese video a Instagram, porque te mato-se escucha enojada, pero yo sé que en el fondo solo bromea. Por un momento al ver su rostro veo como se acuerda de algo y su mirada se ilumina, y sale de la cocina a buscar ese algo de lo cual se acordo.
Avanzo hacia el fregadero de la cocina y agarro uno de los vasos limpios, lo deposito en la encimera mientras busco la jarra del agua en la nevera, justo cuando la voy a sujetar para cargarla, aparece Valentina con una torta que decía: Feliz cumpleaños, gor. No sé qué me daba más tristeza, que fuera mi cumpleaños o que pusiera gor escrito en la torta, yo sé que ella no lo hizo con mala intensión. Pero esa abreviación siempre me acordaba a las cosas que me sucedían día a día.
Me acerco a ella como si nada se hubiese oscurecido dentro de mí y apago con fingido entusiasmo la vela que estaba encendida en el medio del postre, se veía sumamente sabroso, pero no quería probar ni un poco de toda esa grasa.
Valentina deja la torta encima de la mesa del comedor y me abraza, deseándome un gran día y muchos años más de vida. Le agradezco cada una de sus palabras mientras le correspondía el abrazo, pero me aparto mucho antes de que sea capaz de ver como dos gruesas lágrimas se deslicen por mi rostro. Seco mi rostro lo más rápido posible y ella no deja de verme por un momento súper entusiasta.
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Dériver | En Pausa
Genç KurguTodos algunas vez en nuestra vida pasamos por una situación que nos sobrecargo, algo que no supimos manejar; donde nos sentimos solos, sin apoyo y sin compresión de algún amigo o alguien cercano. Nos deprimimos y hasta otros se llegaron a hundir en...