Capítulo 3

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Esa frase me duele. Me duele mucho. Sé que no lo hizo con mala intención, que lo dijo solo para chincharme, pero según como están las cosas no lo puedo aguantar. Mis ojos verdes se encharcan, y una lágrima se resbala suevamente por mi mejilla. Todavía no me puedo creer lo que me ha dicho. ¡No me lo dijo nunca en estos cuatro años y me lo dice ahora! Bueno, aunque cuando empezamos a salir ella no sabía casi ni hablar. Para ella Adrián era uno más de la familia. Era como el hermano mayor que nunca tuvo, ya que le conocía desde muy pequeña, y prácticamente se crió viéndonos juntos. De hecho, yo creo que nos quería por igual, aunque yo soy su única hermana de sangre. Y seguramente lo siga haciendo, ya que no sabe todo lo que pasó. Porque en esas cosas sí que se parece a mí. Es muy rencorosa.

Apago el ordenador. No puedo aguantar esa canción una vez más, al menos por hoy. Me pongo el pijama. Un pijama rosa con ositos blancos que él mismo me había regalado ¡Pero por qué se regalarán tantas cosas en una relación!

Me meto en la cama y estoy un rato mirando al techo, pensando. Todavía son las diez, y aunque he madrugado para ir a clase no tengo nada de sueño, pero sí estoy cansada. De llorar. Un pitido interrumpe mis pensamientos. Acerco mi mano a la mesilla y cojo el móvil. Es un mensaje de Xana.

-¿Qué tal mi niña guapa?  ¿Ya has dejado por fin de pensar en ese gilipollas? Si no no te preocupes, que seguimos con nuestra terapia- me escribe, seguido de un emoticono guiñando el ojo y sacando la lengua.

Y como siempre, con sus mensajes inesperados pero consoladores, me saca una sonrisa.

-¡Sí claro, ya lo tengo superado!- le respondo, con un emoticono de una mano con el pulgar para arriba. Vuelvo a dejar el movil en la mesilla, pero poco después vuelve a sonar el pitido.

-No se miente a los mayores- me responde, con una cara enfadada. Xana es dos días mayor que yo, algo que para mí no tiene mucha importancia, pero a ella le gusta restregármelo. Todo el mundo dice que somos hermanas, de hecho, lo parecemos. Las dos tenemos el pelo castaño muy claro, con unos toques incluso rubios; los ojos verdes, aunque los míos un poco más grisáceos; y la piel más pálida que morena. Lo único que nos diferencia es la altura. Ella es un poco más alta (porque es más mayor), detalle  que se suma a su pulla diaria.

Xana es mi mejor amiga. En mi grupo de amigas somos cinco, pero ella es especial. Nos conocemos desde muy pequeñas, y siempre estamos juntas. Al resto las fui conociendo poco a poco, a lo largo de la ESO. A ellas también las quiero mucho, pero no es lo mismo. Como ella, ninguna.

-Está bien lo siento mamá, te prometo que no lo volveré a hacer.- Un día normal habría puesto un montón de emoticonos, pero hoy no me apetece mucho que digamos.

-Bueno anda te perdonaré. Pero porque estamos como estamos eh.

-Menos mal, ya estaba preocupada. Me voy a dormir guapa, que estoy muy cansada. Mañana hablamos- y ahora sí, dos caritas tirando besitos.

No leo su último mensaje. Apago el móvil antes de que me responda. No quiero que me suene por la noche. Apago la luz y me tapo hasta la barbilla. Tengo que descansar para vivir otro día más sin importancia.

Corazón de TizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora