3.7K 327 140
                                    


—Naruto, estás listo?— el mayor fue a la habitación de su hijo.

—Espera, no encuentro a Kurama— el rubio -de en ese entonces, siete años- revolvía las sábanas de la cama en busca de dicho peluche.

Iruka Umino, un hombre de veintisiete años, soltero, junto con su amado hijo hiperactivo, vivían en un amplio departamento de dos pisos -habitaciones y baño principal arriba-.

Amaba muchas cosas en general, a su hijo, la comida japonesa -preferentemente ramen- los girasoles, su trabajo como profesor y la pintura.

Realmente amaba los cuadros pintados en acuarela, era motivo por el cuál solía ir al Museo de Artes mientras su niño estaba en el colegio.

—Ya lo tengo, vámonos 'ttebayo— este chico y esa forma de hablar, no lo cambiaría por nada en el mundo.
—Hoy iremos a casa de Sakura, tenemos que hacer un trabajo grupal junto con Sasuke y ese chico Sai— le iba contando a su padre mientras subía al auto.

—Me parece bien, pero compórtate— sabía que su pequeño podía ser algo... irritante y no todos los padres tenían la paciencia para tolerarlo. Era algo que honestamente, al moreno le molestaba, porque veía al menor súper adorable, no entendía a los demás padres o quizás, los demás no lo entendían a él -tal vez por eso seguía soltero-.

—Y a que hora irás por mí?— el rubio estaba acostado en los asientos traseros del coche, jugando con su anaranjado peluche.

—Tengo que comprarte un nuevo cuadernillo, comprar cosas para nosotros y hacer la comida para cuando llegues no me devores a mí— sonrió viéndolo por el espejo —Así que, tipo siete de la tarde iré por tí.

Finalmente arrancó el vehículo y fueron donde su escuela.

Él, profesor de geografía, tenía como alumno a su hijo únicamente los jueves -era un desastre en ubicar capitales básicas de países básicos-

Sus demás alumnos, creían que por ser el hijo del profesor tendría todo aprobado, pero la verdad es que, el rubio era un desastre.
Aún así, el moreno trataba de ayudarlo en todo lo que podía, pero también, quería que logre las cosas por su esfuerzo propio.

—Te quedarás hoy?— el menor se reincorporó sobre el asiento.

—No, hoy no tengo clase, solo pasaré a saludar.

—Verás al profesor Kakashi?— el rubio sabía que ocurrían cosas entre ellos dos, dado a cuando su padre no podía retirarlo, su profesor de cabello plateado tenía la amabilidad de llevarlo a su casa y quedarse a cenar. Sabía que hacían cosas como besarse y abrazarse amorosamente.

El moreno, por otro lado -y como de costumbre- se sonrojó de los nervios.

Él no tenía ningún interés en formar una relación con el platinado pero tampoco iba a negar que cuando todos salían de la sala de profesores, ellos se quedaban unos minutos extras más para darse amor.
No negaría las veces en las que se vieron a escondidas en casa del moreno o incluso, dentro de los salones de clase.

—Kakashi es un colega, así que debo saludarlo también— quizo sonar convincente pero parecía más una pregunta.

Luego de unos minutos más tarde, llegaron a la institución.

Naruto bajó alegre e hiperactivo como siempre, yendo donde se encontraba su grupo de amigos.

—Cuídate y no hagas locuras— Iruka le da un beso en la frente a su hijo y lo deja irse.

Se dirige a la sala de profesores con la esperanza de -él siempre llega tarde y yo puedo irme después de saludar-.

Pero hoy fue diferente.

Acuarela 水彩 | KakaIru |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora