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-¿Tu eres el oráculo?

Rachel Elizabeth Dare suspiró, era la doceava que se lo preguntaban en el día, solo que esta vez la chica que la cuestionaba lo hacía con desdén.

-Soy yo- sonrió, solo que aquella sonrisa era más hipocrecia que sonrisa.

-¿Y que puedes predecir mi futuro?- ella y su grupo de amigas se burlaban de Rachel, deseó poder saber como controlar su poder, pero aun era nueva en esto de ser el oráculo.

Así que, solo pretendio que lo hacia: cerro rápidamente los ojos y los apreto, respiro profundamente y comenzo a decir:

"Oh muchacha del nombre bizarro.

No duermas hoy o mañana.

Que puede que al despertar el culo te arda".

Todas comenzaron a reírse -¿Segura que eres el oráculo? porque pienso que solo eres una mortal con suerte- se alejaron mientras se burlaban de ella.

Rachel abrio y apretó los puños, si todos en el Campamento eran iguales a ella Rachel tendría para hacer amigos.

Estaba frente a la Casa Grande, de hecho. iba a entrar antes de que esas entrometidas se metieran con ella. No estaba segura si tocar la puerta o entrar como si nada; pero antes de que tomara una decisión la puerta la estaba abierta, era Quirón, el segundo al mando en el Campamento después de Dionisio, perdón, el Sr. D.

-Hola Rachel- la saludo la criatura cuadrupeda y la invito a pasar.

Rachel Elizabeth Dare se poso enmedio del vestíbulo hasta que Quirón le dio un empujon para que entrara en su oficina, esta paso pero se quedo parada en la entrada del cuarto.

-¿Y el Sr. D?- preguntó Rachel.

-En el olimpo, después de la guerra, los dioses tienen muchas cosas por arreglar.

Rachel asintió, todavia no entendia muy bien el tema pero se sentia totalmente abierta hacia la situación.

Quirón entro en un pequeño e inmediatamente salio convertido en un hombre con silla de ruedas -Es para que te sientas más cómoda, por favor sientate-.

Hizo lo que le pidio y lo observo.

-¿Para que estoy aquí?.

El señor mantenia una de sus manos en su barbilla y la otra sobre una rueda -Veras Rachel, desde hace un buen tiempo que el oráculo de Delfos no estaba en un nuevo cuerpo...-.

-¿Y..?.

-Solo te quería preguntar como estabas con aquello- ahora el la veia con preocupación.

-Estoy bien, me encuentro bien.

-¿Segura? ¿no te sientes rara o has tenido náuseas?

-No, solo aparece cuando tengo que dar una "profecia"- esta ultima palabra la marco entre comillas con los dedos de las manos.

La realidad era que Rachel Elizabeth Dare se sentía bien con ser el Oráculo de Delfos, siempre pensó que haría o sería algo especial, y ahora lo era. Se podría decir que se sentia casi completa.

Casi.

Excepto por un pequeño detalle.

-Muy bien, sabes que si tienes dudas o algo que te preocupe puedes acercarte a mi ¿no?.

-Claro- Rachel sonrió, al menos ya tenía a alguien con quien hablar -Lo hare-.

Se levantó y salio de la Casa Grande, no sabía a donde dirigirse pero supuso que era tiempo de conocer a alguien.

De pronto un escalofrío recorrio toda su vertebra, dio media vuelta y se quito el pelo que tenía en la cara.

Y ahí estaba el.

Percy.

The New OracleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora