-Creí que solo era una coincidencia, pero ¿un glitch? No me lo puedo creer...
______, una chica empática y fanática de FNAFHS queda atrapada por una causa desconocida dentro de su serie de internet favorita. Nuevos amigos, misterios, enemigos y ¿qué...
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𝙲𝙰𝙿Í𝚃𝚄𝙻𝙾 𝚇𝚅𝙸𝙸𝙸: 𝙲𝙾𝙽𝙵𝙻𝙸𝙲𝚃𝙾𝚂 𝙴𝙽𝚃𝚁𝙴 𝙶𝚁𝚄𝙿𝙾𝚂
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Con un bostezo, di media vuelta en mi cama, preparándome para levantarme e iniciar el día. Me senté y parpadeé un par de veces para acoplarme a mis alrededores y recordar que estoy de campamento.
De repente escuché tres carcajadas a mi alrededor.
—¿Qué?— Pregunté viendo repetidamente a los tres Nightmares con leve fastidio.
—Tu pelo parece un nido de ratas— comentó Deuz.
—¿Ah sí? Pues ustedes no se ven como unos príncipes exactamente— los señalé.
Los chicos se vieron entre sí y al darse cuenta de su aspecto volvieron a reír. Esta vez me les uní, ¿por qué estar enojada? Si es cierto que me veo como el asco cuando despierto cada mañana.
Un portazo interrumpió nuestra ronda de carcajadas y miramos a la puerta. Loon apareció con una toalla sobre sus hombros.
—O-oh, ya están despiertos— comentó en tono bajo.
—Wey ¿no te da flojera salir a correr a las 4 de la mañana?— Cuestioné con una ceja alzada.
—Al principio— se encogió de hombros.
—Wow, sorprendente— comentó Onnie.
—E-eh gracias— el más bajo procedió al baño, nervioso.
—En fin ¿dónde se come :v? Quiero tragar unos panqueques con miel— pateé las sábanas que estaban sobre mí para quitarlas.
—Ni idea— replicó el oji turquesa.
—Mensos, en la cafetería obviamente— Oxy molestó al peli azul.
—¡Oye! ¿Por qué te arrebatas siempre conmigo?— Se quejó de vuelta, levemente molesto.
—Porque el jefe es el jefe, ______ es ______. Y ese niño es un debilucho— rodó los ojos.
—¡No hables mal del niño!— Lo regañé y bajé de mi cama. —¡Pido el baño cuando Loon salga!— Exclamé rápidamente y corrí a agarrar lo que necesitaría mientras escuchaba a los otros tres quejarse.
Cuando todos estábamos listos, salimos en grupo hacia la cafetería del campamento y así atragantarnos con mucha comida.
Agarramos una bandeja cada uno y nos pusimos a ver qué estaban sirviendo.
—¡Yo quiero de eso!— Onnie y yo dijimos al unísono, chocamos los cinco y corrimos como niños chiquitos hacia el gran plato lleno de fresas.
