Capitulo 7

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Valentina Torres
Estoy entrando en crisis y en ataque de ansiedad, la conciencia sucia que tengo no me deja tranquila y me estoy imaginando los peores escenarios mi amor esas dos palabras no dejan de rondar por mi cabeza.

—Valentina—escuchó en la puerta— ¿se puede?

Es Giovanni, se que tenerlo cerca me va a llevar a hacer cosas que quiero pero no debo, pero en este momento nada me importa. Esta distancia y este misterio de toda la familia me está matando, necesito solo una cosa que la persona que me lo tiene que dar, probablemente se lo esté dando a otra.

—Pasa—grito acomodándome en la cama.

Giovanni entra a mi habitación inundando con su loción italiana exquisito. Trae un traje negro demasiado formal para estar en la playa, pero vamos, este hombre nunca está desalineado.

Ciao bella—dice en ese acento italiano que me encanta.

—Hola señor Ferrara—digo en modo coqueto, se lo que quiero y voy a conseguirlo.

—¿Interrumpo?—dice recargándose en mi tocador.

—No, estaba viendo una película.

—¿No vas a bajar a cenar? Tu madre pidió comida del mejor restaurante he hizo que todos nos arregláramos lo más elegante posible.

—¿En serio? ¿Pues que celebramos?.

—Lo mismo quiero saber—se acuesta conmigo en mi cama.

Qué hombre, su mandíbula se tensa a, ver qué solo tengo puesta un playera holgada y unas bragas negras. Me levante de la cama para dirigirme a mi closet, gracias al cielo empaque un vestido negro. Siento su mirada recorriéndome todo el cuerpo, no me incomoda al contrario, lo disfruto.

Me quito la playera quedando solo en ropa interior frente a Giovanni, sus ojos viajan de arriba para abajo detallando cada espacio de mi cuerpo, su mandíbula de tensa y se sienta en el borde de la cama. Me giré dándole la espalda y quedando frente al espejo, en el reflejo puedo ver como se deleita con mi trasero.

No hay palabras, los dos en silencio comiéndonos con la mirada. Un silencio que grita hazme tuya.

Me coloco el vestido negro que se pega a mi cuerpo como una segunda piel, marcando mi trasero y mis pocos pero redondos senos. Giovanni se para detrás mío, siento su respiración en mi cuello y todo su cuerpo pegado al mío. No se de donde saca una caja de color rojo con una perla.

Bella—dice colocándome el collar, erizándome la piel con su tacto—un detalle para que luzcas más bella de lo que ya eres.

Esta preciosa, es una perla genuina con una cadena de oro, demasiado delicada y fina. Volteo quedando frente a él.

—No puedo aceptarla Giovanni—digo tratando de quitármela.

—Claro que puedes bella, toda tuya, tan preciosa como tu.

Me atrapa con su cuerpo en un abrazo inesperado, rodeo su cuello con mis brazos, la tensión esta y se siente más cuando siento respiración chocar contra mi boca.

Unimos nuestros labios en beso como solo él sabe darlos, lleno de pasión, veneno y lujuria. A decir verdad ya extrañaba esto, cuantos pisos no subimos en el elevador en medio de besos y caricias.

—No sabes cuando extrañaba tus labios—dice apartándose de mi para tomar aire.

—Lo mismo digo señor Ferrara.

Me abraza de nuevo sellando y cerrando el momento, se aparta acomodándose el traje.

—Te espero en la puerta—dice dejándome como adolescente enamorada.

Salimos los dos al comedor, pone su mano en mi espalda haciéndome sentir la más mujer más empoderada del mundo. Antes de llegar al comentar me suelta un beso en la comisura de los labios dejándome más mojada que nunca.

No logre mi cometido pero este juego previo a, hará la noche mas interesante.

—Ya era hora de que aparecieran—dice David al vernos entrar a la sala.

—Yo no sabía de esta cena—me disculpo—si no fuera por Giovanni no me enteré.

—Te envíe un mensaje a tu celular—dice David soltándome una mirada de te voy a matar.

—Estaba ocupada, no lo vi.

Nos sentamos en el comedor, Giovanni se sentó a un lado de mi.

—¿Qué celebramos mamá?—pregunto, para estar tan elegantes no es cualquier noche.

—Estamos celebrando el cumpleaños de Giovanni.

El cumpleaños de Giovanni ¿qué? ¿En que momento se hizo amigo tan cercano de la familia?

—¿Hoy es tu cumpleaños?—volteo asombrada a preguntarle.

—No bella es en dos días, pero para ese entonces estaré en Italia y tú madre quiso celebrarlo hoy.

Sorprendida quedé. Mamá ordenó comida del mejor restaurante y comenzó a servirla en los platos de todos. Gracias al cielo la familia Turizo no está presente y sólo estamos mis padres, David, Giovanni y yo.

—¿Qué planes tienes a futuro Giovanni? Eres muy joven y apuesto como para estar solo siempre—dice mi madre haciendo el momento incómodo.

—Planeó llevarme a mi prometida a vivir a Italia y tener unas pequeñas cabañas, vivir en una y alquilar las demás. Quiero alejarme de los negocios y vivir en paz.

Yo también quiero lo mismo, con él.

—¿Planeas tener hijos?—pregunto mi papá.

—Tengo dos, pero en futuro por supuesto que me encantaría tener más.—contesta el italiano mirándome a los ojos.

Entro en un trance, sus ojos cafés me hipnotizan y se me olvida el mundo por completo.

—No hagamos esto más incómodo—dice David levantándose de la silla—propongo un brindis: larga vida al italiano, salud.

Nos levantamos todos alzando las copas y deseándole lo mejor al hombre que hace que mi vida esté revuelta.

Mi padre saca una pequeña caja de uno de los cajones de la mesa, se la entrega a Giovanni y es un costoso reloj Vacheron Constantin ni ha mi madre ni ha mi nos a regalado cosas tan ostentosas.

—Muchísimas gracias señor Torres pero no puedo aceptarlo.— dice devolviéndose.

—Tómalo como garantía de que seguiré haciendo negocios contigo.

La cena termina y todos regresamos a nuestras respectivas habitaciones.

Las ganas de verlo y de tenerlo cerca me matan, entro a darme una ducha y me coloco una pijama de seda, es un conjunto de short y una blusa con escote.

Necesito saber si está en su habitación pero no puedo parecer una loca intensa. Abro un poco la puerta y efectivamente ahí está el.

Salgo tratando de no hacer ruido para no encontrarme con nadie hasta que mi celular se ilumina con el nombre de mi bello y amado bombón.

Hola mi lady—dicen del otro lado del teléfono.

—Hola mi viejito, te extrañaba.

—Yo más, muy pronto estaremos juntos. Te amo.

—Yo igual bombón.

Cuelgo la llamada. Dios si me voy a ir al infierno espero que mi tortura no sea tan cruel.

Toco la puerta sin obtener respuesta.

Dos, tres, cuatro veces y nada.

Me doy la vuelta regresando triste, mojada y caliente a mi habitación hasta que escucho mi nombre en un acento Italiano que me vuelve loca.

—¿En que puedo ayudarla señorita Torres?—dice el hombre semidesnudo con olor a loción y tabaco que está parado frente a mi.

Culpables | Manuel Turizo |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora