Capitulo 2.

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Giovanni Ferrara

Tierras nuevas, aventuras nuevas. Ahí esta ella, entre los brazos del colombiano infiel. No soy quien para juzgarlo porque yo también tengo mis pecados pero al menos yo si he sido honesto con Valentina.

La ultima vez que la vi no me tiempo de explicarle que yo soy divorciado y que no tengo nada que ver con la madre de mis retoños.

Valentina Torres

Dios, soy yo de nuevo. Tragame tierra y escúpeme muy lejos de aquí. ¿Que hago? ¿Ignoro al italiano? ¿Me voy corriendo?.

El carro del italiano se detuvo justo frente a nosotros, cuando la puerta se abrió yo tenia el corazón a mil por hora, de pronto solo me quedaba besar a Manuel apasionadamente.

Me gire hacia él y lo jale por el cuello, nos unimos en un buen beso que le tomo por sorpresa a Manuel.

Mientras lo estaba besando escuche como Ferrara saludo a David y nos paso por un lado, escuche como solto un gruñido.

—Vaya vaya—dijo Manuel aplaudiendo—¿que hace él aquí?—pregunto Manuel un poco molesto.

—Es invitado de honor a la fiesta de hoy—dije calmandolo—yo tampoco quería que viniera.

—Pinta a ser una noche dificil—menciono David.

—Descuiden chicos, yo soy solo de Manuel.

Salimos rumbo al centro comercial David y yo, Manuel debía ir a cambiarse y sinceramente no quería que Manuel estuviera en mi casa, sabiendo que el italiano esta ahí también.

Llegamos al mall y escoge unos tacones color nude, no sabia que color era el vestido así que me fui a la segura.

Regresamos a mi casa y el italiano seguia ahí. Entramos David y yo tomados de la mano con mis bolsas cargando, el italiano estaba con mi padre en su despacho el cual esta al lado de mi habitación, para mi mala suerte.

Cuando iba pasando mi padre me llamo. Diablos.

—¿Que pasa papa?—dije entrando al despacho sin mirar a Giovanni.

—¿Ya saludaste a nuestro socio?—menciono.

¿Acaso mi padre tiene memoria de teflon?

—No, aun no. Hola señor Ferrara—dije solo mirándolo, sin ningún contacto físico.

—¿Como esta señorita Torres?—dijo tendiéndome la mano.

Inconscientemente la tome y ese saludo de mano se convierto en saludo de beso en la mejilla y abrazo. No voy a negar que sentir su aliento y sus labios chocar en mi mejilla no despertaron sensaciones que me encantan y que con Manuel ya no siento.

Salí de mi trance hiptonico y solte un gruñido.

—Si me disculpan, tengo que arreglarme para una fiesta.

Salí del despacho sin decir mas y entre a mi habitación.

—¿Me puedes explicar que fue eso?—dijo david con tono de mama preocupada.

—¿Que? solo fue un saludo—dije rodando los ojos.

—Un saludo que gritaba follame ahora por favor—dijo David riendo.

—No seas exagerado, entre el y yo ya no hay nada. Yo no quiero un mentiroso.

—¿Mentiroso? Ni siquiera lo dejaste explicarte, tal vez el mentiroso es otro—dijo refiriendose a Manuel como mentiroso.

—¿Que? Claro que no, mi viejito no seria capaz.

—Eso crees tu.

Amo a David pero a veces es muy sincero y su sinceridad me mata, me mete ideas en la cabeza que no quiero oir o aceptar. Tal vez Giovanni necesita una explicación.

Después de varias horas hablando de cualquier trivialidad con David, salimos listos y cayéndonos de guapos a la gran fiesta en mi patio.

Me comían las ganas de saber donde es que estaba el italiano, tanto que no escuche a Manuel cuando grito mi nombre.

—Mi lady—dijo alargando la ultima letra—¿a donde vas?

—Justo iba a buscarte—mentira, busco al hombre que me vuelve loca.

—Aqui estoy, soy todo tuyo—me planto un beso y nos acercamos a donde se encontraban todos los invitados.

Se me fue como una hora saludando a todos los socios, a sus esposas y a sus hijos, todos me caen bien y a todos los conozco, he pasado varios veranos con ellos de vacaciones por Europa.

Pero en todo ese tiempo, no pude ver al italiano por ningún lado.

—Lady, voy por mi familia a la entrada, no te me pierdas—me dio un beso en la frente.

David se acerco a mi y me dijo al oido—deja de buscarlo con la mirada, te ves muy desesperada.

—¿Que? No, no busco a nadie.

—Por favor Valentina, te conozco mejor que tu misma. Deja de buscarlo.

David se fue a bailar con Jared y me dejo en la mesa de postres desorientada, hasta que gire mi cabeza en dirección a la barra y ahí estaba, mirándome de pies a cabeza, analizando cada movimiento que hacia.

No le aguante la mirada y me fui caminando rapido a los jardines traseros de la casa. Me senté en una banca y como era de esperase, Giovanni llego al minuto.

—¿No le pareció un gesto muy infantil?—pregunto el italiano.

—¿Disculpe?

XoXo

F.

Culpables | Manuel Turizo |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora