Dicen que el amor todo lo puede, todo lo sufre, todo lo perdona. Dicen que, mientras haya amor, incluso las peores traiciones pueden tener solución.
Jimin creía eso. Lo creía con todo su corazón.
No importaba los años que había pasado sufriendo a...
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Su corazón latía fuertemente contra su pecho mientras conducía de regreso a su departamento. Había pasado unas horas junto a Yoongi tratando de recolectar algo de valentía para ir y enfrentar su destino y, por fin, después de tres horas llorando y maldiciendo contra el hombro de su amigo, ahora se dirigía hasta su hogar de nuevo.
Con cada metro recorrido el estómago se le apretaba dolorosamente, quería retrasar más aquello pero ya no era posible.
O era ahora o sería nunca.
Cuando llegó por fin a su edificio apagó el motor del auto, inhaló aire fuertemente y recargó el rostro contra el volante con los ojos cerrados, el cuerpo entero le temblaba de los nervios y tuvo ganas de llorar de nuevo, pero se contuvo. Él definitivamente no iba a derrumbarse en medio de un estacionamiento. Dando un fuerte y profundo suspiro, se bajó del auto y caminó dentro de su edificio con lentitud, saludó de paso al portero y se dirigió hasta el elevador con las piernas temblandole como gelatinas.
Se sintió eterno, pero cuando se dió cuenta estaba ingresando al departamento con el corazón retumbandole en la garganta. Suspiró alto y echó un vistazo a su alrededor, notando que el portafolio de Jungkook estaba tirado sobre el sofá, dejando en claro que ya había llegado.
Bien, era la hora.
Avanzó por la sala, quitando sus zapatos en el camino, y con lentitud caminó por el pasillo que dirigía a su habitación, cuando llegó frente a la puerta tomó una profunda bocanada de aire, reuniendo el valor suficiente como para abrila y enfrentar a Jungkook.
"Tú puedes, Jimin" susurró para si mismo, mientras tomaba la perilla de la puerta dubitativamente.
Tragó saliva y giró la perilla, abriendo la puerta lentamente mientras sentía sus manos temblar, su respiración se atoró un poco en su garganta al observar como Jungkook estaba recostado sobre la cama, medio dormido y vistiendo ya su pijama.
Por un momento, viéndolo así de tranquilo y bonito, recordó cuando estaban felices y enamorados.
Con pequeños pasos dudosos ingresó a la habitación y cerró la puerta tras su espalda, enseguida Jungkook sintió su presencia y se reincorporó sobre la cama mirando a Jimin expectante, como si esperara una orden.
"Hola, Jungkook" murmuró, mientras apretaba sus manos en puños para disimular el temblor de éstas.
"Hyung, hola" devolvió, con el rostro serio pero con las mejillas rojas delatando su timidez.
Se quedó en silencio sin saber cómo continuar, no tenía planeado como empezar con aquella charla, por lo que las palabras no pudieron salir. Sin embargo, ante su silencio Jungkook comenzó a desabotonar su pijama en un intento por desvestirse, Jimin sintió su pecho oprimirse al pensar en que Jungkook ya se había acostumbrado a esa rutina de mierda sobre follar salvajemente.
"N-no, no te desvistas" pidió Jimin con nerviosismo, mientras se acercaba a la cama para sostener las manos de Jeon.
Jungkook le miró confundido y sorprendido, pero asintió lentamente alejando sus manos de su pijama y del agarre de Jimin.
