¿Y ahora qué?
De repente pasó. Después de años, días donde lo único que pensaba era en cuánto tenía que leer, donde dormía solo dos horas y utilizaba el descanso del trabajo para dormir quince minutos en el baño, meses donde nos quedábamos hasta las cuatro de la mañana con mis compañeros haciendo un trabajo y a las seis nos íbamos a nuestros empleos, después de esperarnos para ver cómo nos había ido en nuestros exámenes. De pasar más de catorce horas seguidas haciendo trabajos. De llorar mientras hacía los trabajos por miedo a no llegar a entregarlos pero intentarlo igual. De la plata que nos costaron los apuntes, los libros, las películas, los materiales, los viajes...Finalmente, me recibí.
Hubo un tiempo donde casi no podía ver a mi familia, se hizo recurrente que llegue a las doce de la noche de la facultad, estudie hasta las cinco y luego de dos horas me despierte para ir a mi empleo.
Formé un hermoso grupo de compañeros que estuvo siempre a mi lado, que me apoyó con todos mis problemas y al que le agradezco profundamente. Recuerdo que a principio de año estábamos tan ilusionados, nos íbamos a ver durante todo el año sabiendo que estábamos en los últimos pasos y luego llegó el Coronavirus y nos arrebató nuestros planes.
Nuestro año de mates y risas se convirtió en mensajes de WhatsApp y trabajos en solitario. Algunos tuvimos recaídas, a otros el virus les jugó una mala pasada, más de uno sufrió la falta de empleo. Pero pudimos. Nos egresamos juntos.
Siempre dijimos que queríamos salir de la facultad y jugar con espuma, tirarnos huevos y harina, pero nada sucede como lo planeamos, ¿no?
Me acuerdo la sensación de nervios antes de rendir el último final por videollamada y que el profesor diga "felicitaciones", después una cordial despedida y me quedé observando la pantalla de la computadora.
"Ya está", pensé. "¿Y ahora qué?", me pregunté.
Me golpeó la incertidumbre y la nostalgia, ya extrañaba el hecho de ser estudiante. Quizás es el hecho de que me cuesta desapegarme de las cosas, o que no me gusta sentir que no tengo el control de todo.
No sé qué voy a hacer (casi inconscientemente escribí "No sé qué voy a ser", cómo si yo supiera que el problema es más de identidad que de acción).
Mis médicos ya advirtieron que comience a hacer cosas para no empeorar mi estado, pero me resulta tan inútil. Entiendo que el deporte sea bueno para la salud pero odio la idea de salir de mi cama, no tengo energía. No puedo.
Desde que me recibí estuve leyendo sobre la cama, porque amo la idea de leer. Imagino que a todo el mundo le pasa pero el simple hecho de poder transportarte a otro ambiente con tan solo una oración, me fascina. O el hecho de replantearme la vida leyendo filosofía o física cuántica, me encanta.
Supongo que el tiempo irá marcando qué debo hacer, mientras tanto la duda permanece y espero que la respuesta no me dañe. Por ahora mi constante es "¿Y ahora qué?".