El carril de los recuerdos - Ryden & Brallon

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El carril de los recuerdos

Así que está era y había sido su vida, más parecida a una montaña rusa de la que ya estaba cansado. Habían sido más bajadas que subidas, y la peor parte es que después de subir siempre hay que bajar. Mejor dicho, después de cada subida, hay una caída.

Había caído en tantas cosas durante sus escasos 25 años de vida y estaba seguro que durante todo ese tiempo no había aprendido nada, pues la montaña rusa seguía funcionando y en el horizonte no se veía el final. Pero constantemente Brendon se sentaba en la habitación solitaria, sobre la cama con aroma a colonia masculina, a rememorar su pasado repitiéndose que quizá y solo quizá, haciendo esto podría encontrar algo que le demostrara que claro que aprendió algo.

Siempre iniciaba pensando en Ryan. El color de sus ojos que antes le parecía único ahora parece ser monótono, sin nada grandioso, especial o perfecto. O la forma de sus labios que antes creía simulaba un corazón no parece más que unos labios comunes y corrientes de los cuales siempre salieron palabras que lo terminarían por sumir más y más en ese juego en el que se había convertido su vida. Ryan, con sus ojos normales y comunes labios, era dueño de una de las más hipócritas sonrisas que había conocido. Siempre había sido un mentiroso.

Se habían conocido en el colegio cuando Brendon se mudó al pueblo. Ryan era la clase de chico que podría ser el campeón o el perdedor depende cómo él lo quisiera, se modificaba a su antojo y parecía tener mil y un mascaras que utilizaba a su conveniencia. Como por ejemplo, la forma con la que dejaba su flequillo caer sobre sus ojos cuando necesitaba que el mundo dejara de girar solo para él, o la forma en que lo peinaba hacia ariba en un mohicano cuando quería ser extrovertido, coqueteando con las chicas incluso sabiendo que Brendon le estaba tomando de la mano. Al principio esto solo hacía que él se sintiera mal consigo mismo, pues era obvio que debía de haber algo mal en él, quizá no era lo suficientemente genial, o divertido, o guapo para Ryan, quizá Ryan merecía algo mejor que él. Por eso en lugar de enojarse con su novio cada vez que lo descubría engañándolo, Brendon era quien terminaba disculpándose por nunca ser suficiente.

A Ryan le gustaba tomar a Brendon de la mano y susurrarle “Te quiero” en el oído, palabras que le hacían cosquillas en el corazón al más chico, haciéndolo sentir soñado como si ese feo pueblo fuera el país de nunca jamás, de donde Brendon nunca jamás quería irse.

Era graciosa la forma con la que Ryan se hacía pasar por la chica de la relación frente a Brendon, le gustaban los detalles y siempre se despedía de él todas las noches con un “Duerme, yo seguiré queriéndote cuando despiertes”, pero cuando llegaba la mañana siguiente Ryan era alguien distinto, le gritaba al más chico las cosas en las que era malo, y le gustaba recalcar cada imperfección para que Brendon terminara llorando y pidiendo perdón.

Todo el mundo sabía que Ryan Ross no le traería nada bueno, que no era bueno para él. Todo el mundo excepto Brendon.

Como aquel escándalo en el verano de hace 9 años, cuando Brendon descubrió a Ryan haciéndolo con Emma Miller en el cuarto de Ryan, en la misma cama donde él le había jurado tanta veces que cuando el día terminara, seguiría amándolo.

Todos en el pueblo se enteraron sobre lo que había pasado, y el lunes en el colegio todo el mundo siguió hablando de ello.

-¿Escuchaste que Brendon Urie descubrió a su novio haciéndolo con Emma?

-Pobre chico, y el que parece tan dulce…

-Más bien creo que es idiota, era de esperarse que tarde o temprano descubriera a Ryan.

Ese día Ryan había sido quién gritó palabras horribles que se cobran caro, le gritó que se largara, que era un estorbo. Le gritó que no lo quería para más que para tenerlo en la cama, que ya era hora de que ocupara su lugar. Y Brendon solo lloró, y luego vomitó.

Hand grenade [Gay Bandom OneShots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora