el infierno está lleno de personas enamoradas

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17/02/2019

Amor mío, estoy tan furioso en tu contra que lo último que quiero ahora es llamarte mi amor.

Aún no creo lo que hiciste...

No puedo negar que echaré de menos la cegadora luz angelical que emite tu mirada, esa que me servía de linterna e iluminaba mis senderos más oscuros.

Pero hay algo que no sabes...

Ahora y aquí, en la distancia...

Donde no hago más que ser tragado por las sombras que acechan llenas de empatía y me abrazan poco a poco.

Mientras me enveneno con una dosis letal de tu ausencia y mi cadáver se desvanece en la inmensidad de la noche inmortal que aguarda a todas horas y en todas direcciones, lenta e involuntariamente el dolor adiestra mi alma para desplazarme en la penumbra,
Sin sin luz,
sin ojos,
sin amor,
sin ti...

Y así es como será.

No puedo dejarlo pasar...
Porque pese a lo egoísta que suene, ésta, es mi única oportunidad.

Se que debí o aún debería hablar contigo personalmente, pero también se que prefiero no hacerlo...

Y es obvio que no tengo una puta idea de por donde empezar, eso se debe a que los comienzos son siempre confusos y están plagados de incertidumbre.
Pero ya sabes bebé, los finales son simplemente mucho peores.

He escrito esta carta una y otra vez, durante los últimos años, siempre con palabras y excusas distintas, pero lo único que permanece desde el primer intento es el hecho de que nunca he tenido el coraje para hacerla llegar hasta . Justo como cuando nos conocimos y al instante me enamoré perdidamente...

Sé que jamás tuve el coraje de admitir que me enamoré a primera vista, pero lo cierto es que lo hice! Lo hice desde que ví tus enormes ojos brillar como dos luciérnagas gigantes, que fluctuando se posaban frente a mi nervioso rostro y atenuaban por igual al luminoso espectaculo que la luna llena ofrecía esa noche allá afuera y las luces juguetonas que bailaban de arriba a abajo y de un extremo a otro, sin olvidar ningún rincón en el interior de la oscura discoteca.

El humo de tu inseparable cigarrillo se escapaba de a poco de entre tus delicados labios con cada palabra descuidada y conforme se desplazaba alcanzaba a rozar tu piel enrojecida, víctima del frío otoñal.

Tus besos cayeron seguros y definitivos sobre mis labios secos esa noche como cae el telon del último acto para no volver a abrirse jamás, y así hubiera deseado que permanecieran para siempre...

Justo como en ese preciso momento, en la pequeña barra que se anteponía a la mesa donde aguardaban mis amigos, recién llegado en ese lugar aún con el eco de mi voz pidiendo un trago en el ambiente y el dinero entre los dedos, conocí el sabor ya típico de tus labios suaves, (un híbrido entre cigarrillo y cerveza.) cuando los estrellaste contra los míos y sentí el universo en tu lengua por menos de medio minuto, para luego volver sorprendido, idiotizado, sonrojado y enamorado en la misma proporción a mi mesa con los muchachos, por supuesto, sin haber bebido ni una maldita gota de whisky.

Se que dije que estaba demasiado borracho como para recordar una mierda... pero la verdad es que mentí, lo recuerdo lúcida y detalladamente y ahora, después de veinte años finalmente tengo el coraje de admitirlo!
No solo estaba hipnotizado con la forma en la que te balanceabas sobre tus propios pies, me coqueteabas con tu sonrisa pícara y posabas nada discretamente ese par de luciérnagas que llamas ojos sobre mi entrepierna mientras te lamias los labios (que en ese momento aún no estaban perforados) .
también estaba enamorado de ...
Yo también te amé a primera vista.

Diario De Sueños De Frank IeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora