Miércoles

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Su teléfono comenzó a reproducir una música lo suficientemente alta logrando despertarlo en contra de su voluntad. Aun adormilado buscó su móvil sobre su mesita de noche.

-¿Si?
-Buenos días Boun ¿Cómo ha ido todo?- la voz de su madre sonaba molesta.- No me avisaste de tu llegada.
-Rayos… lo siento madre lo olvidé.
-Está bien, pero mi vida no desaparezcas de esa forma.
-¿Cómo están las cosas en casa?
-Tus hermanos están muy tristes sin ti aquí, haces falta.

La conversación giró en torno a que deseaban que la semana pasara rápido. El rogaba desde lo más profundo de su corazón que no fuese así. Luego de calmar a su madre se dispuso a buscar a sus primos pero una nota sobre la isla de la cocina que advertía que sus primos debían ir a solucionar algo en la oficina y su tía iría a beber té con unas amigas. El desayuno debía prepáralo el mismo. Tendría el día libre, lo cual no le entusiasmaba mucho en realidad. Revisó el refrigerador que estaba repleto de comida y escarbó con cuidado todos los espacios buscando inspiración y así desayunar algo delicioso. Se decidió por un sándwich de carne y distintos quesos. Su teléfono vibró con una llamada, contestó colocando el móvil entre su oído y el hombro.

-¿Buenos días?- el sartén crepitaba por el aceite caliente al hacer contacto con la carne.
-¿Harás algo hoy?
Reconoció la voz inmediatamente y casi deja caer el móvil en el aceite hirviendo, era Prem.- Creo que estaré solo toda la tarde.- trató de ocultar su emoción.
-¿Quieres salir?
-¡Sí!- una risa sonó en la bocina y tosió para disimular.- ¿Tienes algún plan?
-No realmente, solamente tengo ganas de ver tu rostro.
Sintió sus orejas calentarse ante esas palabras.
-Pásame la dirección, no quiero que lleguen tus primos y nos roben tiempo.

Terminó de cocinar y corrió escaleras arriba. Una ducha rápida y su sencilla ropa, listo para ese precioso pelirrojo. Llamó a Ohm para pedirle una mochila prestada y avisar que saldría a la ciudad con un amigo. Se reservó decirle con quien saldría. Quince minutos pasaron y un mensaje le alertó que su cita había llegado. Abrió el portón de la puerta principal dejándolo entrar. Corrió a la cocina y guardó varios contenedores de plástico en el bolso. Lo esperaba recostado en su automóvil de segunda mano color azul cielo. Vestía con una camisa blanca, chaqueta negra y pantalones con rotos en las rodillas. Era diferente que con su uniforme, casi podía jurar que daba un aire de inocencia. Le regaló una de sus encantadoras sonrisas y abrió la puerta del acompañante. Se deslizó dentro y su cita cerró la puerta.

-Luces muy bien hoy.
-Tú también, la luz del día te favorece.
-¿Qué traes en la mochila?
-Yo… traje un poco de comida.
-¿Preparaste algo? Qué lindo.
-Justo cocinaba cuando llamaste.
-Bien, te llevaré a un lugar especial.- mordió su labio tratando de reprimir una sonrisa tonta a tiempo que colocaba las direccionales.

Manejó alrededor de una hora, hablando de cosas sin importancia y riendo en un ambiente muy bueno. Era agradable pasar su tiempo con el pelirrojo. Estaba más relajado de lo que creía después de ese tiempo en la pequeña habitación que habían compartido. Estacionó el automóvil, caminaron por un sendero y llegaron a un pequeño claro escondido entre los árboles a sus espaldas. Prem cargaba una manta color menta que había sacado del baúl. La extendió sobre el pasto y se sentaron en ella.

-Es un lugar muy bonito.
-Imagino que no se compara con las vistas de tu pueblo.
-Son diferentes, la naturaleza es hermosa en todos los lugares pero los edificios ahogan todos estos bellos paisajes.
-¿Cómo es dónde vives?- el joven citadino abrazó sus piernas apoyando su cabeza en sus rodillas para escuchar la historia.
-Es un pueblo pequeño, todos se conocen entre sí y es una comunidad muy unida. Montañas, árboles y despertar con el aroma salado del mar. Mi padre tiene una empresa de naranjas, las mejores que he probado nunca. Dos hermanos mayores y tres menores. Sabes, la ciudad tiene este típico olor a humo y concentrado de aromas que no se tiene alivio al sentirlo. Las noches son estrelladas y silenciosas, aquí no se pueden ver ¿Cierto? Hay demasiada luz y contaminación. Es algo triste.
-Parece que amas de dónde vienes.
Boun se recostó en la manta, viendo al cielo. Prem lo siguió.- Es lo que conozco, el ambiente familiar y caminar por kilómetros para llegar a la única tienda de convivencia a la redonda.
-¿Qué quieres hacer de tu vida?
-Siempre he creído que me corresponde la empresa de mi padre. Mi hermano mayor es doctor y mi hermana maestra de primaria. Mis hermanos menores son demasiado chicos para el puesto y mi padre se niega a vender.
-¿Es lo que te apasiona?
-No, me gustaría ser director de cine. Amo las películas, sobre todo las clásicas. Así como solo hay una tienda no existen cines y los canales de televisión repiten las mismas películas una y otra vez sin descanso.
Prem entrelazó sus dedos con los suyos.- Me gusta tu tono de voz, es relajante.
-Cuenta algo sobre ti ahora.
-Bien, soy Prem y soy alcohólico.
-Oye.
-Es broma.-entre risas dio un leve apretón a su mano tratando de que no se asustara.- veinticuatro años, no estudio en la universidad y mi trabajo es bailar para entretener gente.
-Eres bueno.
-Lo sé, por eso me gano la vida con ello.
-¿Qué esperas de la vida?
-Boun, aprendí a no esperar nada. Solo luchar por las cosas lo mejor que puedo.

Golden Week- BounPrem/ OhmFlukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora