CAPITULO 39: Destino

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Varios días habían pasado desde aquella abrumante y terrible noche.

Aunque la persecución había sido enfocada en ellos, la manada también se vio afectada, la tensión en el aire generando intranquilidad y más aún cuando se supo al día siguiente que el Líder de la Manada había enfrentado a su hijo, ambos quedando sumamente heridos.

HongJoong fue quien tuvo que dar la cara y hacerse cargo, rápidamente, de poner todo en orden y evitar que el miedo general se expandiera. Aunque el alfa había sufrido la pérdida de su hogar y había trabajado para que el fuego no se saliera de control y afectara las viviendas aledañas, HongJoong también había tenido la suficiente fuerza de voluntad para seguir barriendo con todo el desastre que la desquiciada mente del Líder había dejado; incluido encargarse de los heridos y calmar a su gente, como enviar un mensaje a las fronteras avisando que se tendría que posponer el encuentro hasta nuevo aviso.

Para su suerte, tuvo a su lado a JoonMyeon y SeungCheol, ambos alfas siendo eficientes y un buen sistema de apoyo para HongJoong, lo que le permitió delegar tareas y tener un pronto control de la situación sin verse sobrepasado por las extremas circunstancias. También, fue un alivio, que la mayoría de los hombres de confianza del líder habían terminado bastante lastimados gracias a MinGi cuando se defendió de estos y el resto no tuvo la valentía de poner en duda o intentar rebelarse ante el actuar de HongJoong.

Sobre todo, cuando a los pocos días después de ese enfrentamiento, el mismísimo Líder de la Manada, Song MinKi, entregó un comunicado oficial. Uno firmado por su puño y letra, en que anunciaba que cedía su cargo a su hijo y único sucesor, sus hombres cercanos perdiendo así cualquier resquicio de poder.

Aunque muchos en la manada especularon las razones de la pelea, una más absurda que la otra, nunca se dio una explicación al respecto y ninguno de los involucrados tampoco quiso darla.

Ahora, nueve días después, la gente aun cuchicheando por las calles de la manada, pero sin llegar al nivel de los primeros días, se podría decir que todo estaba comenzando a volver a su ritmo habitual.

Excepto, MinGi.

Recostado en su gran cama, obligado a mantener reposo, el gran alfa se encontraba cubierto de vendas de la cabeza a los pies, al nivel de parecer casi una momia. Enfurruñado, MinGi mordisqueaba su desayuno, sintiéndose igual que un lobezno de cinco años y no un orgulloso alfa y Líder de su Manada.

Sentado a un costado en una silla, se encontraba YunHo con una cuchara en mano, su rostro paciente esperando que terminara de tragar antes de darle otro bocado de su nutritivo desayuno.

- En serio YunHo, esto no es necesario- comenzó por milésima vez en esa semana, al tiempo que aceptaba otra cucharada.

YunHo lo miró sin inmutarse, salvo por una ceja que se alzó inquisitiva en su frente mientras su cabeza se ladeaba ligeramente a un costado; un nuevo gesto que había adoptado hace poco y que le indicaba a MinGi que su omega estaba listo para rebatirle, de la forma más dulce y certera de todas, que se equivocaba.

- Tienes el hombro izquierdo lastimado- comenzó sin alterar su tono de voz- Y el brazo derecho con una herida de bala, sin contar los múltiples zarpazos y las mordidas. ¿Tengo que recordarte además la cantidad de puntos? - inquirió entregándole otra porción de comida que MinGi recibió con el ceño fruncido, sabiendo que YunHo tenía razón. - Además el doctor te indicó reposo por dos semanas, y aún no se cumplen

MinGi frunció aún más sus cejas, obstinado.

Si era sincero, le encantaba tener a YunHo para si solo y más aún que lo cuidara con tanto ahínco, de verdad se sentía en el paraíso por tener a su omega a su lado por fin, después de tanto. Su presencia era un bálsamo y analgésico personal, al punto de aliviar todo el dolor punzante de las heridas.

Los Cielos También LLoran  [YunGi/WooSan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora