Un año y más había pasado desde que YunHo conoció a MinGi.
Un año que había sido en un principio caótico, incierto y desesperante, lleno de turbulentas emociones. Pero también, que lo habían formado. El YunHo del pasado, inseguro, cabizbajo y sin expectativas más que ver un programa de cocina vegana por la televisión, había sido forjado ante el calor de las circunstancias, impulsado a sacar su propia voz hasta ser alguien decidido y confiado.
Confiado en su fuerza, seguro de sí mismo y con la suficiente entereza para plantarle frente a lo que se viniera, el pasar por un infierno y haber sobrevivido, le permitía esa seguridad. De saber que podía superar lo que fuera sin importar qué.
Lo que vino después de esa dura experiencia no fue calma, pero tampoco un infierno.
Junto con su compañero tuvieron que atravesar una que otra adversidad, una de ellas siendo el cerrar el acuerdo en el que MinGi había estado trabajando. Su compañero le reveló los planes que desarrolló en secreto hasta entonces; planes que se vieron en suspenso gracias a la disputa con el Líder y que dejó el ambiente algo tirante por las siguientes semanas.
La gran Manada del Norte se vio por un instante pendiendo de un hilo y sino fuera porque HongJoong con el resto de sus hombres se preocuparon de mantener el orden, seguramente alguna manada se habría arriesgado a cortar el hilo y atacarlos.
Por suerte no fue así.
Tan pronto el médico se lo permitió, MinGi se dirigió en persona a cerrar el acuerdo con las manadas fronterizas junto con la Manada del Sur; el que el resultado fuera positivo y lograra su objetivo, siendo un gran alivio para todos. Con eso listo, lo siguiente fue enfocarse en su territorio; el llegar a un arreglo con las manadas que habían atacado siendo prioritario. Los aires de rebelión apremiándolos.
No fue sencillo.
Fueron necesarias varias reuniones. El daño y las perdidas habían sido altas, la crueldad también; hechos que hicieron difícil generar un dialogo y mucho más compensar lo que habían provocado en manadas inocentes. Al final, la Manada del Norte logró llegar a un arreglo, las manadas afectadas quedando anexadas definitivamente al territorio a cambio de protección y permitir que las personas que habían sido tomadas como rehenes regresaran a sus respectivas manadas, junto con una compensación.
Aunque las manadas habían deseado su libertad, eso no fue posible ya que habría significado un riesgo para la Manada del Norte en todos los sentidos. Si antes habían deseado una rebelión, las probabilidades de que formaran una alianza al ser libres y buscaran venganza, era alta. Tal vez no ahora, pero si en unos años más, la susceptible voluntad humana siempre presente por decaer en los más oscuros espirales del dolor y la justicia.
Al anexarlas de forma legal, ya no podían buscar justicia por sus propias manos contra la Manada del Norte y en cambio tendrían que lamer sus heridas con frustración contenida.
YunHo sabía que no era la solución ideal y hasta tuvo ciertos roces con MinGi por lo mismo, pero al final había aceptado que era lo mejor que podía aspirar para la gente de su manada y también para la gente de su compañero.
Al menos tendrían cierta paz y aunque esta no siempre perduraba, YunHo tenía la confianza que llegado el momento podrían resolverlo. Pese que a veces podía tener puntos de vista distintos a los de su compañero, confiaba plenamente en él, en su juicio y que manejaría las cosas dentro de los parámetros esperados; pero sobre todo, que nunca llegaría a los extremos del pasado.
Eso era un hecho.
Con el canto de los pájaros a lo lejos y la luz de la mañana aclarando el lugar, YunHo se decantó en revisar su reflejo una vez más. Con gesto tranquilo y una sonrisa ligera, YunHo arregló un par de mechones de su oscuro cabello, antes de pasar a mirar la única marca en la curvatura de su cuello, la hilera de dientes apreciándose a medias a través de su camiseta. Sin poder evitarlo, la tocó con sus dedos, disfrutando de su irregularidad y su significado.
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Los Cielos También LLoran [YunGi/WooSan]
Fiksi PenggemarLos gritos alzándose en mitad de la noche, el fuego crepitando de las casas chamuscadas y el miedo arrastrándose por cada rincón hasta capturar sus almas. Yunho no entendía lo que sucedía. No entendía porque estaban atacando a su manada a mitad de l...