Capítulo 21

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Capítulo veintiuno: Como un Fajo de billetes.


Valentín.

Me quedé sin palabras apenas la vi, mi pulso se aceleró y mi respiración sé atascó. El salón se hizo pequeño y podía jurar que su presencia me envolvía, no había palabras para decir cómo lucia. Para describir su belleza cualquier palabra quedaba corta.

Pero mientras la veía la mejor definición era arte. No tiene que ser perfecta, aunque ella jodidamente lo es. El arte tiene que provocar emociones, envolverte con solo verlo, cualquier cosa que te haga sentir, demostrar que estás vivo a través de emociones, es arte.

Y Brave provocaba una ola de ellas en mí.

—Opté por vestido—Se encogió de hombros.

Yo no podía dejar de mirarla. Me tenía. Ella tenía mi corazón desde el primer momento en que nuestros ojos tropezaron.

—¿Por qué no hablas?

—Admiraba tu belleza—Admití.

Llevaba un vestido negro de tiras bastante simple, pero se ajustaba a su cuerpo y lucia perfecto. El vestido marcaba todas sus curvas, sus pálidas piernas se veían hermosas, pero sería un idiota si admiraba solo su cuerpo, porque su rostro iluminaba todo el salón.

Sus ojos estaban con un leve pero notorio delineado y sus pestañas lucían más largas de lo normal, sus mejillas llevaban un sonrojo natural mientras que sus labios estaban en un color rosa precioso.

—No me mires así.

—Tranquila, Brave. Luces bien... Como un fajo de billetes recién sacado del banco.

Ella soltó una carcajada dejando atrás sus nervios, se acercó más a mí para golpear mi hombro con confianza.

—¿Me estás comparando con dinero?

—Es el mejor halago que puedo hacer.

—Ya lo imaginaba.

Y aunque a ella no le gustaba su cabello, a mí me encantaba.

—Lo peinaste—Aseguré.

—Le eché algo llamado crema para peinar—Dijo confundida haciéndome reír.

—Sí, las mujeres suelen usarlo pero no hace falta en ti, es precioso incluso sin peinar.

Sentí su cuerpo tensarse debido a mis palabras, Brave creía que todos sus problemas eran por su cabello, y eso no le permitía ver lo hermoso que era.

—Si tú lo dices... solo están los rizos ordenados, nada más.

—¿Una manera sutil de llamarme exagerado?

—Sabes que lo eres.

—¡¿Qué?! ¡Claro que no soy exagerado! ¡¿Tú quieres que me muera o qué?!

Cliri qui ni sii ixigiridi.

No seguimos perdiendo el tiempo. Caminamos al auto y agradecí que el clima estuviera despejado, hacía frío, pero no lo suficiente.

Esta noche no llovía, así que todo el plan funcionaria.

Dios me hizo el hombre más guapo, pero también el más inteligente je, je...

—¿Puedes manejar? Tu mano recién se sanó.

—Estás hablando con Valentín Hood.

—Por eso lo digo.

—Ignorare que dijiste eso, le tienes envidia a mi belleza.

—Y a tus manos, dibujas... bien.

—Si quieres halagarme sólo hazlo, ya sé que luzco bien.

Brave    (DeteGuard #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora