¿Tenía que ser todo tan difícil? - Pensó Kurt mientras cruzaba la calle que lo separaba de la parada de autobuses, era una lástima que su mejor maletín tuviera que mojarse gracias a la intensa lluvia de esa noche, sí hubiera despertado un poco más temprano, incluso si hubiera acortado 10 minutos su sesión de cremas hidratantes por la mañana, él hubiera tomado un paraguas y con suerte haber llegado sin arrastrarse hacia su pequeño escritorio frente a la puerta del gran Blaine Anderson.
Cruzaba los dedos para que con suerte alcanzara a tomar el último bus que lo llevaría a casa, la última semana se había llevado una gran carga de trabajo, quién diría que ascender a secretario de presidencia tomaría más esfuerzo del necesario.
Pero así era, más trabajo daba más dinero, de esa manera logro sonreír, este mes alcanzaría lo suficiente para pagar las cuentas y dejar una generosa cantidad de su salario en su cuenta de ahorro.
Después de haber pasado por bastantes limitantes los años anteriores, aprendió a ahorrar lo suficiente para todo tipo de emergencia, ahora estaba lo mínimamente preparado para cualquier adversidad en su camino, eso incluía alguna cuenta por pagar del seguro hospitalario, o incluso una dotación de pañales y formula.
Tirito los dientes frente a la puerta de su pequeño apartamento, no era lo más cómodo o sofisticado como él había imaginado en su niñez al pensar en su departamento de vida adulta, pero esta pequeña morada le ofrecía un techo en el cual refugiarse ante todos los extravagantes climas de New York.
Un animado chillido llego a sus sonidos en cuanto había entrado por la puerta, su corazón retumbo de alegría y sus manos ansiaban las ganas por tomarla en brazos.
- ¿Dónde está la bebe más hermosa del mundo? – Pregunto cariñosamente tomando del suelo a la pequeña criatura de cabellos rubios y ojos esmeralda, su pequeña Beth cumpliría su primer año de vida en un mes y la nostalgia llego a su rostro, aún recordaba lo pequeña que era al sostenerla en brazos. – ¡Ya no crezcas más! – Susurro en su dirección mientras frotaba sus narices en un cariñoso gesto.
-¿Eres consiente que aún no habla? – Se burló Quinn desde la cocina, ella se había dedicado a observarlos mientras preparaba el plato de fideos del castaño.
- ¡No la escuches! – Regreso su mirada al bebe y ella solo sonrió como si supiera lo que su tío Kurt decía.
- Para cómo va, la escucharemos hablar hasta los dos años. –Siguió Quinn la conversación un tanto desanimada.
Tiempo atrás había insistido con la pequeña para que dijera sus primeras palabras, pero a pesar de tantos esfuerzas la niña se negaba, no fue hasta que ambos se mentalizaron en dejarla seguir su propio proceso.
-Sí me preguntan a mí, es culpa de Finn. –Se acercó a su amiga hasta quedar sentado en la pequeña isla que conectaba la cocina y el muy inexistente comedor.
El espacio de su hogar para el comedor familiar y la sala de estar era tan pequeño que al final simplemente la adaptaron con un par de sillones y una mesita cafetera en medio de esta, así Beth tenía un amplio espacio para gatear libremente. Incluso ahora tenía espacio para ponerse en pie, eso fue un nuevo descubrimiento para los amigos al ver a la pequeña niña elevarse sobre sus piernitas, aun no se atrevía a dar pasos por sí sola, pero eso no impedía que se mantuviera en pie mientras se sujetaba de los sillones.
Kurt agradeció a la rubia por su alimento servido en la mesa, mientras pasaba al bebe a los brazos de su madre.
-¿Cómo estuvo tu día hoy? – Le pregunto al castaño.
-Igual. –Giro sus hombros con cansancio mientras daba su primer bocado. – Incluso, podría decir que peor a los demás días, él gran hombre de negocios programo tres juntar consecutivas, tenía que atender a cada nuevo comprador y agradecer su visita a todos los socios de la empresa, sin contar que la nueva campaña de publicidad está a la vuelta de la esquina y eso agrega más papeleo en mi escritorio, y esta este hombre ... - Miro a su amiga en señal de ayuda al olvidar el nombre de la persona.
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CONTRATO
ChickLitKurt Hummel había sacrificado mucho de él, pero valía la pena cada que llegaba a casa y miraba la inocente sonrisa en los labios de Beth. Blaine Anderson lo tenia todo, y cuando las cosas se salen de sus manos, no es el mejor ideando un plan. Así e...