Luz Delito.

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Su teléfono había empezado a sonar en indicación a una llamada, y luego de soltar un bostezo, atendió el llamado proveniente de su mejor amigo.

-- ¿Hola?

-- Jupi, hola. Necesito un favorcito... --Habló el chico.

-- ¿Qué pasa? --Respondió la muchacha que llevaba su pelo teñido de blanco.

-- ¿Me vas a buscar el auto, porfa? Estás re ce...

-- ¡No! Andá vos, Julián. Yo no puedo --Interrumpió.

-- ¿Porqué no podés? --Interrogó-- No te cuesta nada, Júpiter. Me siento para el culo y tengo que buscarlo hoy sí o sí.

-- ¡Porque no! ¡Seguro querés garchar y por eso querés que lo busque!

-- ¡Dale, boluda! ¡Vos estás más cerca del lugar ese! --Se quejó y bufó.

-- No puedo Ju. Andá vos -- Murmuró su amiga.

-- ¡Dale, Jupi! Estoy arreglando unos asuntitos... --Murmuró.

Ella rodó los ojos al entender su referencia, y mordió su labio un poco enojada. Siempre hacía lo mismo, nunca la ayudaba porque se estaba garchando a una pibita de por ahí, que parecía ser su garche fijo. Pero cuando quería que Júpiter lo ayude a él, y no podía, era una forra.

-- ¡Siempre pensando con la pija, nene! ¡Te odio! Ahí voy, pero no me rompas más los huevos.

-- ¡Gracias! --Ella no respondió-- Bueno, chau Júpiter --Habló por última vez su amigo, finalizando la llamada.

-- Sos un pelotudo, Julián --Murmuró sabiendo que él no iba a escucharla.

Bufó, tenía que ir a buscar el auto al mecánico, y no tenía ganas de ir. Odiaba salir de su casa cuando estaba de mal humor.

Fue a cambiarse, optó por un short negro de Jean junto a una musculosa de básquet blanca. Se puso sus zapatillas, una gorra negra y después de agarrar todo lo necesario, fue caminando hacia el taller.

Puso música para relajarse un poco y dejar de odiar a su mejor amigo, iba tarareando canciones mientras disfrutaba el poco viento que recorría la ciudad de Buenos Aires.

Frenó en un quiosco a comprarse cigarrillos y aprovechando la situación, también compró un encendedor nuevo. Pagó y en el camino se prendió uno, disfrutando más el caminar.

Caminaba lento, pero no tanto. Estaba tranquila, y relajada, queriendo tener el auto e irse bien a la mierda.

Aunque un poco asustada estaba, ya que manejar no era de las cosas que mejor le salían en el mundo.

Al llegar a ese lugar, entró y apareció un chico que debería tener unos veinte años. Era de pelo castaño, ojos marrones y era bastante lindo a su parecer.

-- Hola, vengo a retirar el Toyota Blanco que estaban arreglando y hoy tenían que retirar --Anunció cuando entró al taller mecánico.

-- Hola, linda. ¿Patente del auto? --Dijo mirándola y secándose las manos con un trapo.

La peliblanca mordió su labio inferior, y le dijo la patente del auto de su amigo.

-- Buenísimo, ahora le digo a mi compañero que te lo saque --Avisó.

-- Dale, gracias --Sonrió.

Luego de unos minutos, en los cuales el castaño se ocupó de llamar a su amigo, otro chico castaño apareció por aquella puerta blanca. Tenía ojos azules, un aro en la ceja que le quedaba perfecto, una bermuda de jean, una musculosa blanca apretada y unas zapatillas negras.

wos ; caravana - one shoots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora