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Yoongi se veía asustado, ni siquiera Jimin podía calmarlo, así que luego de que tomaran una muestra de sangre y caer en casa de su tía Eunsook, lo primero que ofreció la mujer fue que vaya a darse un baño y se relaje todo lo que quiera, aunque tomó varios mimos y besos de parte de Jimin para que el castaño se sintiera un poco mejor como para quedarse solo en el baño.
Para ese entonces, ya había caído la noche.
Cuando el rubio pudo separarse de su novio, la señora Min y la tía Eunsook ya estaban hablando, y Jimin llegó para el punto en que su madre postiza lloraba a moco tendido mientras la otra mujer la abrazaba con fuerza, y no llegaba a entender del todo los balbuceos de la mujer.
Quizás era suerte, quizás no, pero la señora Min seguía teniendo esa costumbre de mover las manos en señas para todo lo que hablaba, sólo que ahora era la única cosa que Jimin podía más o menos entender.
Los ojos de Jimin se llenaron rápidamente de lágrimas, hasta que un sollozo lo delató, haciendo que Eunsook lo mirara con preocupación.
—Jimin...
—¿Qué tiene de malo Yoongi? —preguntó, con la voz tan rota como se sentía por dentro.
Eunsook abrió la boca pero no dijo nada, la cerró de nuevo.
La señora Min negó con fuerza, se separó de la otra mujer para acercarse a Jimin, limpiando sus lágrimas inútilmente.
Pero por más que abrió la boca, su voz sonaba muy rota para hablar, el nudo en su garganta crecía hasta que finalmente negó, sus manos temblaban demasiado y sentía sus dedos torpes, sin siquiera poder hacer una seña.
Miró a Eunsook y sólo asintió, como si le diera permiso, Jimin quiso gritar, no entendía nada de lo que ocurría pero la señora Min se veía devastada, así que se mordió el labio con fuerza mientras la veía salir de la cocina.
—¿Qué está pasando?
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