Frank estaba parado al lado mío, mirándome fijamente.
¿Era él?
¿Era real?
¿No era que estaba muerto? ¿O había sido todo un sueño? No. Había pasado.
Al ver cómo me hacía media sonrisa, olvidé todas esas absurdas preguntas, y me levanté de un salto, para abrazarlo con todas mis fuerzas. Se veía tan real, se sentía tan real… que solté algunas lágrimas de felicidad sobre su remera.
Una vez que me separé, acuné su perfecto rostro entre mis manos, y uní mis labios con los de él. Sentía miedo de que fuera una ilusión, y que desaparezca en cualquier momento. Así que aproveché ese instante, y lo besé, no podía hacer otra cosa. Debía aunque sea por última vez, sentir el sabor de sus labios. Y se sentía idénticamente a como lo recordaba.
— No llores. —escuché que me decía con su melodiosa voz, mientras secaba lágrimas que yo ni sabía que tenía en las mejillas. ¿Seguía llorando? Así parecía.
— Frank… —logré pronunciar, ya que las palabras se me mezclaban, y me costaba hablar, además de respirar.
— tranquilízate mi amor, estoy acá… estoy acá.
En ese momento comencé a dudar seriamente de mi cordura. ¿Cómo era que podía ver y sentir a Frank, si él había muerto? Yo lo había visto morir, dejar de respirar. Esto no era posible ¿Era solo una mala pasada de mi inconsciente o algo por el estilo?
Me separe de su abrazo, y lo mire fijamente a sus ojos avellana. Se veían igual que siempre, pero notaba cierta chispa de misterio en ellos, cierta cosa que me provocaba una gran incertidumbre.
— Frank... ¿no era que vos…? —no me animé a terminar esa pregunta. No me atrevía a mencionar nada sobre su fallecimiento, ya que probablemente, eso haría que desapareciera ésta visión de él enfrente de mí.
Esquizofrenia. Así se llama la enfermedad mental que tienen las personas que ven y escuchan seres que no existen ¿Tendré esquizofrenia?
— Sí, lo sé. Estoy muerto —pronunció tranquilamente, mientras yo sentía como lo que había dentro de mi pecho se estremecía. —no me preguntes sobre esto, no sé cómo sucedió. No sé qué es lo que está pasando, pero no quiero verte llorando por mi ¿entendido? —me acarició la mejilla.
— No puedo Frank. No puedo si sé que me vas a abandonar para siempre. —me expresé a pesar del gran nudo que se apoderaba de mi garganta.
— No voy a abandonarte Ali. Siempre voy a estar acá para vos, no me voy a alejar. No me quiero alejar.
En cierto modo, esas palabras me tranquilizaron, pero no del todo, así que me abracé a mi novio, escondiendo así todos mis temores y miedos. Me recosté sobre su pecho, mientras pasaba mis brazos por su cintura. Aspiré su aroma, para grabarlo finalmente en mi mente, y cerré suavemente mis ojos. Ojala éste momento durara por siempre.
Quedé profundamente dormida. De eso me di cuenta, al abrir mis ojos, y encontrarme recostada en el sillón abrazando una almohada. ¿Mi imaginación me había jugado una mala pasada? ¿Cómo era posible? Frank se veía tan real anoche. Pero fue solo un sueño.
Solté un suspiro frustrado, y fui a la cocina a preparar algo de comida, ya que mi estómago gruñía por la falta de alimentos. Comí en silencio, sin encender el televisor como de costumbre. Mi mente divagaba pensando en lo de anoche. Todavía no decidía si creer que fue real, o solo una mala pasada de mi imaginación.
Probablemente, debería visitar a un médico, o quizá un psiquiatra. Esto no estaba bien. Ninguna viuda ve a su novio muerto, por más que así lo deseara.