Capítulo 10. Estúpido Kageyama

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Espero que os guste el nuevo capítulo. ¡Gracias por las lecturas!

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Capítulo 10.

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Estaba oscuro. De hecho, estaba más oscuro de lo que había estado nunca el pasillo de su casa, y eso no le gustaba, porque aunque jamás lo habría admitido en voz alta, a Hinata le daba miedo la oscuridad. En verdad le daban miedo muchas cosas, pero tampoco era algo que fuese a reconocer como si nada. Y menos delante de sus compañeros. Y menos, delante de él.

Estúpido Kageyama.

Apoyó la mano en la pared mientras recorría el pasillo, porque de alguna manera sentía que tocando algo sólido, algo tan real y material, ningún fantasma sanguinario podría atacarle. Era una suerte que nadie pudiese saber sus pensamientos. Iba envuelto en la manta de dormir, porque para mayor drama, hacía un frío del demonio.

La pequeña cocina de la pensión, que podían usar a su antojo, estaba vacía. Era la una de la mañana. ¿Y si le había pasado algo? ¿Y si le habían secuestrado? ¿Y si simplemente se había perdido? Aunque siempre diese la sensación de tener las cosas bajo control, Hinata sabía que no era cierto. Solo con mirarle, él sabía. Y Kageyama no estaba bien. No estaba como siempre. Y a lo mejor la yacuza le había atrapado y estaba en una bañera sin sus riñones y-

-No -susurró para sí, apretando los ojos. Sabía donde estaba.

Abrió la pequeña nevera y se preparó una taza de leche con cacao.

Estúpido Kageyama.

Hinata necesitaba dormir ocho horas como mínimo para tener energía. Cuando no descansaba, al día siguiente era un cadáver. Maldiciendo, cogió el paquete de galletas que guardaban para el desayuno y fue hasta la entrada. Allí se sentó, a oscuras, en los sofás desgastados, bebiendo su tazón y esperando. Se arrebujó en la manta buscando calor mientras examinaba Instagram. Si tan solo tuviese una cuenta desde la que cotillearle... Pero quien sí la tenía era Atsumu-kun. Dos días antes había recibido una petición suya para seguirle, y la aceptó y envió otra de vuelta, así que ahora podía mirar su galería. Había muchas fotos, pero Hinata llevaba dos días mirando la misma. Era medio artística, Atsumu en blanco y negro haciéndose una foto al espejo de lo que debía ser su dormitorio, y de fondo el espejo reflejaba su cama, con las sábanas deshechas. Atsumu no llevaba camiseta, y esbozaba una sonrisa triunfante. Y en el suelo, en una esquina, casi fuera de plano, se veía una chaqueta. Una chaqueta negra con kanji blanco en la espalda, y aunque no se podía leer, Hinata la habría reconocido en cualquier lugar.

Estúpido, estúpido, estúpido Kageyama.

Miró la foto durante tanto tiempo que se le secaron los ojos, y todavía la estaba mirando cuando la puerta de la pensión se abrió. Si no fuese por el aire frío que entró en la estancia, tal vez ni se habría dado cuenta. Alzó la vista y sus ojos, ya acostumbrados a la oscuridad, le reconocieron al instante.

La mejor nevada del mundo |KageHina|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora