Capítulo 32. What I want the most

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¡Hola!

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¡Hola!

GRACIAS por seguir leyendo. Os amo tanto, no os lo imagináis. Después de tantos capítulos no puedo creer que me sigáis aguantando.

Gracias especialmente a Diana (ShoyoSugawara323) por la publicidad que hace siempre de mi historia, no la merezco y no sé cómo darle las gracias. Echad un ojo a las suyas, no os arrepentiréis. Gracias a Jane (CallmeJane3) por ser una fuente de inspiración diaria, la escritora que ha ideado los mejores KageHina del fandom y que si no la conocéis no sé a qué estáis esperando. Porque es magia.

Y a todas las personas que me leéis desde el principio, sabéis quiénes sois. Y a las que os habéis unido después.

Esto parecen los putos Grammy.

No soy Rosalía pero os amo con la intensidad de una rumba.

No soy Rosalía pero os amo con la intensidad de una rumba

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Se secó las manos en la parte trasera de los vaqueros. Acababa de lavárselas y volvía a tenerlas empapadas. Nunca le sudaban, jamás, y por eso mismo odiaba tocar las de otras personas, y ahora, ahora.

Ahora soy mi peor versión.

La imagen del espejo le devolvía un Tobio distinto. Tenía la marca de los puños de los pirados del Detroit aún en el pómulo y el ojo seguía luciendo ligeramente morado, casi verdoso. Su madre no dijo nada al respecto, y lo agradeció.

Pasó los dedos por la señal de la paliza, deseando borrarla, y el cristal le mostró su mano, firme al colocar la pelota, temblorosa. El color rojo sangre de la pulsera resaltaba sobre lo pálido de su piel, y la miró, tocando con los dedos los bordes deshilachados. Tenía un arreglo en la zona del nudo; se la cortaron cuando le ingresaron después del accidente, pero tuvieron el detalle de dejarla entre sus cosas, y su padre la arregló. Era un trozo de cuerda con remiendos para mantenerse unida, como él mismo.

Pero estoy aquí.
Estamos aquí.

—¿Tobio? —. La voz de su madre, al otro lado de la puerta del baño, sonaba preocupada—. ¿Necesitas ayuda?

La mejor nevada del mundo |KageHina|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora