Un Reino Llamado Saba (capitulo VII)

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CAPÍTULO VII

Cuando la reina de Sabá oyó de la fama de Salomón, por causa del nombre del SEÑOR, vino a probarle con preguntas difíciles. Y vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y gran cantidad de oro y piedras preciosas. Cuando vino a Salomón, habló con él de todo lo que tenía en su corazón. Y Salomón contestó todas sus preguntas; no hubo nada tan oscuro que el rey no pudiera explicárselo. Cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, la casa que él había edificado, los manjares de su mesa, las habitaciones de sus siervos, el porte de sus ministros y sus vestiduras, sus coperos, y la escalinata por la cual él subía a la casa del SEÑOR, se quedó asombrada.  Entonces dijo al rey: Era verdad lo que había oído en mi tierra acerca de tus palabras y de tu sabiduría. Pero yo no creía lo que me decían, hasta que he venido y mis ojos lo han visto. Y he aquí, no se me había contado ni la mitad. Tú superas en sabiduría y prosperidad la fama que había oído.  Bienaventurados tus hombres, bienaventurados estos tus siervos que están delante de ti continuamente y oyen tu sabiduría.  Bendito sea el SEÑOR tu Dios que se agradó de ti para ponerte sobre el trono de Israel; por el amor que el SEÑOR ha tenido siempre a Israel, te ha puesto por rey para hacer derecho y justicia. (Reyes 10:1-9).


UN REINO LLAMADO SABA

 Pasaron muchas semanas e incontables días antes de que Yasser llegara al reino de Saba. No era común que un viaje dure tanto, pero ese reino se encontraba lo bastante lejos de Jerusalén. El muchacho no entendía cuál podría ser el motivo para que Salomón decidiera marchar a ese lugar tan lejano, pero no le importaba el seguiría buscando hasta encontrarlo.

Ya dentro de Saba y a las orillas de un pueblo, pudo notar que se encontraba algo desolado, hasta que pudo divisar a un anciano y se acercó rápidamente a él:

—¿Que lo traen por estas tierras joven extranjero? —pregunta el anciano tratando de ser amable.

—Vine en busca del Rey Salomón —Responden Yasser mientras busca un lugar donde poder sentarse.

—¿El rey Salomón? —Expresa dudoso el longevo al no saber dar respuesta.

—Sí, el rey de Israel.

—Historias sobre él he oído, pero nunca tuve la oportunidad de conocerlo y tampoco escuché rumores de que se encuentre en estas tierras.

—No se preocupe estimado anciano, lo buscaré hasta dar con él. Tengo indicios de que mi querido rey se encuentra aquí y estoy seguro de que nuestro encuentro se dará en estas tierras.

—Si indicios te han traído, seguro estoy de que encontrarás lo que andas buscando, pero ten cuidado joven viajero, existen muchas personas malas en este reino y quizá te  daño al ver que eres un forastero.

—Vine dispuesto a encontrar a mi rey y no me marcharé hasta cumplir mi propósito, no me importa los peligros que haya más adelante, continuaré mi camino.

—Pues deseo que tengas suerte en tu búsqueda.

—Muchas gracias gentil anciano.

El muchacho se aleja adentrándose en aquel extraño reino. Tenía el conocimiento adquirido de Jaziel y sabía que le sería de mucha ayuda, aunque aquella afirmación de que alguien podría hacerle daño le causo escalofríos.

Yasser ya tenía bastante experiencia en viajes pero, aquel inhóspito lugar nunca lo había visitado y no sabía que camino tomar, mas su único guía era el sol y las estrellas en el anochecer. Después de varias horas de caminar llega a un pueblo algo solitario y poco habitado, las calles al parecer estaban vacías, nada comparado con Jerusalén donde se podía divisar niños jugando o personas conversando.

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