CHAPTER 3: BARGAINING

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Cuando despertó se sentía cansado y adolorido, sentía la gravedad empujarlo, pronto cayó en cuenta que seguía dentro del auto, este estaba volcado y a su lado Jaebeom estaba luchando para sacarlos de ahí.

00:47... 00:46... 00:45... 

— Vamos a estar bien —trató de calmar a Jinyoung.

— Lo siento —sollozó— Es mi culpa.

— No cariño, nada de esto es tu culpa.

— Es toda mi culpa, no debería suceder esto —se quejó.

00:05... 00:04... 00:03...

La bruma negra lo envolvió nuevamente. Despertó en su habitación, era de madrugada, otra vez. Se sentó en la orilla mientras las lágrimas se acumulaban.

No tenía sentido, nada de esto.

¿Por qué? No entendía por qué no podía salvarlo, lo había tenido entre sus brazos y había desaparecido nuevamente, estaba rindiéndose, se quebraba cada vez más en todos los intentos, justo cuando creía haberlo salvado se esfumaba entre sus dedos la felicidad, terminaba aún peor.

Se recostó y miró el techo, así pasaron las horas hasta que la luz solar se asomó por su ventana, tuvo una idea, se levantó rápido, se vistió y salió directo al callejón donde había encontrado al hombre misterioso por primera vez.

Cuando llegó la calle estaba vacía, el frío de la ciudad lo hizo temblar. Revisó el lugar sin encontrar rastro alguno. 

— ¡Maldita sea! ¡¿Por qué mierda?!—se quejó mientras jalaba sus castaños cabello.

— Vaya, para tener un rostro bonito maldices demasiado.

Jinyoung volteó y miró al hombre.

— ¿De dónde carajos salió? —cuestionó— Eso no importa, quiero que me  diga ¿por qué diablos no ha cambiado nada?

— Si has hecho algo significativo seguramente debió haber algo diferente.

— ¡No! ¡En cada maldito intento lo pierdo! —se quejó— Cada vez que parece estar todo bien, algo tiene que suceder y se va, otra vez.

Jinyoung había comenzado a llorar, estaba harto, por qué no simplemente le decía cómo recuperarlo, lo extrañaba, demasiado. El hombre se sentó a un lado, palmeó un lugar junto a él y el castaño se acercó.

— Tal vez no sea lo que sucedió lo que debas cambiar, sino tú —dijo suavemente.

— Cierto, si ocupo su lugar el podrá seguir —se puso de pie de inmediato.

— No, no... A eso no me refería —dijo, pero Jinyoung programó el reloj— No hagas eso... —Park desapareció entre la neblina negra— ¡Van a matarme por esto! —se quejó.

Jinyoung despertó nuevamente, vio a Jaebeom tomar las llaves del auto, enseguida se las arrebató.

— No puedes salir —sentenció.

Jaebeom rió.— La cena es un desastre desde que casi quemaste la cocina, no podemos morirnos de hambre —se burló.

— Pues si fue por eso —murmuró— Iré yo, puedes hacer otra cosa mientras tanto.

Tomó las llaves, le dio un beso y se despidió.

Subió al auto y condujo hasta el mismo lugar que había ido anteriormente Jaebeom, no se dio cuenta que la ruta era la misma, el semáforo cambio en el mismo momento, todo era igual excepto él, Jinyoung había decidido dar la vida por Jaebeom.

Eso necesitaba cambiar, ¿cierto?

La escena se repitió, el camión apareció de pronto en su camino, los frenos no respondieron, impactaron. Jinyoung sintió su cuerpo ser golpeado, quería vomitar por el dolor, estaba de cabeza, su pecho dolía, sentía las piezas de metal atravesar partes de su cuerpo que le estaban matando de dolor.

Escuchó al hombre gritar asustado, se acercó y vio lo asustado que estaba.

— Todo va a estar bien —calmó— Sólo aguanta.

Le sostuvo la mano y sacó su celular marcado al número de emergencias inmediatamente, durante un momento lo escuchó hablarle, tratando de mantenerlo consciente. Se sintió horrible, había golpeado a ese hombre, que a pesar de lo sucedido, no tenía la culpa.

Estaba agradecido por hablarle tan bien, lo hizo sentir relajado y sin miedo.

De un momento a otro se encontraba fuera del auto, parado a un lado viendo la escena, se vió a sí mismo.

— ¿Qué carajos? 

— Esto no está bien —el hombre que le había dado el reloj estaba parado a su lado— Sabes bien que no eres tú quien debería estar en ese auto.

— Lo sé, pero al menos él vivirá.

— ¿Cómo puedes estar tan seguro?

— He tomado su lugar —dijo sin embargo— ¿Estará bien?

— Será mejor que lo veas por tu cuenta —el hombre chasqueó los dedos.

Pronto aparecieron en el hogar de Park.

— Estamos a una semana de tu "muerte" —dijo mirando el lugar.

La casa lucía lúgubre, vacía, como si estuviera muerta. Caminó a través del pasillo yendo directo a su habitación en cuanto escuchó fuerte las manecillas del reloj, lo miró extrañado.

01:00... 00:59... 00:58... 00:57... ¿Qué? 

Corrió y en cuanto entró Jaebeom estaba dejándose caer al aire con una cuerda alrededor de su cuello, escuchó tronar algo, su esposo se colgó, inerte en el espacio, se acercó para sujetarlo pero fue arrastrado de nuevo.

De nuevo estaba en su hogar, esta vez el extraño hombre con él.

— ¿Qué demonios sucedió?

— ¿Por qué quieres salvarlo?

— ¡Maldita sea, te he preguntado algo! —lo tomó por el cuello de la camisa— ¡Respóndeme!

El hombre tomó sus muñecas y lo empujó fuerte, causando que cayera al piso.

— Eres egoísta —dijo— Lo único que te importa es tu propio dolor, por eso no solucionas nada.

— No es cierto —reclamó.

— Claro que lo es, prefieres que él sufra tu pérdida, una muerte que tú elegiste, sabías lo que sucedería y aún así lo hiciste, preferiste que el llevara todo el dolor y se suicidara.

— ¿Qué? —preguntó atónito.

Parte de él entendía a qué se refería y le daba la razón, ¿en qué momento olvidó lo mucho que lo amaba?

— Tú eres el culpable de su muerte.




11 MINUTES  [BNIOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora